domingo, 27 de diciembre de 2009

Sobre el desencanto político y el inmenso vertedero



No hubo sorpresas en la asamblea de ayuntamientos adheridos al Consorcio de Residuos del área de gestión 2. Con el apoyo del 80% de los 93 municipios formantes (sólo 9 votaron en contra), la empresa FCC-Dimesa ha recibido el beneplácito para gestionar las basuras que diariamente generan los 315.000 habitantes censados en un total de cinco comarcas. Lo hará a cambio –ni más ni menos- que de 21 millones de euros al año. Primero, claro está, deberá aportar los títulos de propiedad de los terrenos –arduo es el rumor de pelotazo descarado en las propiedades del consejero delegado de la empresa Llanera-, aunque lo cierto es que no importa porque, en caso contrario, el consorcio expropiaría los terrenos y todos amigos. Asunto destacado de todo el proceso es la oposición de 180.000 personas, materializadas en firmas, aunque parece que no es prioridad del Consorcio establecer un debate claro con los vecinos y las vecinas afectadxs.

Pero vayamos a las cifras, sobre todo las negativas. La fecha para la apertura de la planta de valoración: 2015. A partir de entonces, se tratarán 169.000 toneladas de residuos sólidos urbanos al año. Las dimensiones del macrovertedero, por otra parte, serán de 183.902 metros cuadrados: aproximadamente unos 25 campos de fútbol (que se dice pronto). Como sabemos, la llegada de residuos comporta la destrucción de la naturaleza, otro punto fuerte que deberá tener en cuenta el futuro informe de impacto ambiental (si es que lo hay). Y es que el Consorcio parece obviar que el monte ha sido (y es) nuestro principal motivo de existencia, el sol que ilumina a unas localidades pequeñas que sin esos parajes naturales no tendrían sentido. Municipios de interior privados de su naturaleza, de su fuente de vida y existencia.

No queda más que decir, la guerra es declarada con los principios de las grandes ciudades: aquí uno (o una) se viene encontrar tranquilidad, a descansar, a respirar el aire puro imposible en las grandes ciudades turísticas. Pero a los urbanitas poco les importa que no podamos respirar, que probemos de su medicina, porque el turismo de interior siempre ha reportado menos beneficios que el de las grandes ciudades. Y a partir de ahora, ni que decir tiene, que aún reportará menos. La ineficacia de un vertedero tan inmenso está ya probada. Imágenes del de Vitoria (www.noalmacrovertedero.net) relucen una gestión donde las filtraciones de lixiviados son irremediables, así como los malos olores, el deficitario tratamiento de residuos (de nada vale reciclar) o las famosas gaviotas (y no precisamente del PP).

Visto está que no es esta una causa partidista. Y no lo es visto que prácticamente ningún ayuntamiento se ha opuesto a la medida, lo que contrasta con esas 180.000 firmas presentadas por la Plataforma. Tampoco nos cuadra el número de banderas amarillas que cientos de vecinos de las principales poblaciones afectadas todavía a día de hoy mantienen en sus balcones, lo que demuestra la fuerte vitalidad de un movimiento vecinal sin partidos como intermediarios. Porque se ha visto que la pragmática coalición PPSOE no ha funcionado en este caso: no funciona, de hecho, cuando el dinero está de por medio. Y siempre lo está. Ahora que los tertulianos se rasgan las vestiduras porque la confianza en los políticos está bajo mínimos. Ahora que la encuesta del CIS considera a los políticos como el tercer principal problema del Estado Español.

Ahora, es el momento de preguntarse por qué. ¿Por qué un movimiento consolidado de ciudadanos no encuentra representación alguna en sus supuestos representantes? ¿Por qué los partidos están tan alejados de las verdaderas reclamaciones de sus votantes? ¿Por qué hay tanta corrupción? Una infinidad de cuestiones sin respuesta aparente para los tertulianos y que viene a certificar una rotunda hipótesis: ¿no será que los partidos políticos, que el poder en general, ejerce una barrera en la consecución de las demandas ciudadanas? ¿No será ya hora de vivir sin un gobierno sin organizaciones políticas de por medio? ¿No habrá que pensar en que el gobierno sea por fin el nuestro, el de las asambleas de vecinos y la democracia directa? En fin, muchas preguntas y pocas respuestas, dirán los más escépticos y defensores de la representatividad. No sé, será que estoy hoy muy aristotélico.

lunes, 14 de diciembre de 2009

La renovación pedagógica pendiente




Hace cien años, fusilaron a Francisco Ferrer i Guardia (1850-1909), promotor de una renovación pedagógica basada en los principios libertarios de solidaridad, justicia e igualdad. Lo que, traducido en palabras de Mijail Bakunin viene a ser la verdadera condición humana. La Escuela Moderna o Libres, como se conoce al tipo de colegios surgidos de aquella corriente, promovían –ya a principios del siglo XX- una educación igualitaria entre sexos (lo que suponía toda una revolución) y un currículum escolar que eliminaba los exámenes y todo símbolo de distinción o de competitividad entre las alumnas y los alumnos. La obligatoriedad dejaba de serlo y las clases se basaban en un método de preguntas y respuestas, o mediante actividades lúdicas mediante las que se enseñaban los preceptos básicos de ciudadanía.

Todo eso hoy se ha perdido. Siguen habiendo Escuelas Libres, pero su carácter no institucionalizado les quita fuerza de validez, en una sociedad estandarizada donde se obliga a pasar por una serie de fases (o aros) para que una persona se convierta en perfecta ciudadana. Ferrer i Guardia fue fusilado simplemente por su carácter libertario, por oponerse al orden establecido, y porque Alfonso XII debía matar a alguien para resarcirse del atentado que contra él planeó otro anarquista, Mateo Morral. Ellos dos, Morral y Guardia, encarnan dos modelos libertarios frustrados igualmente por el poder de la autoridad: el pacífico y a largo plazo, encarnado por una educación laica y basada en la racionalidad; frente al anarquismo de la acción directa, la bomba y la propaganda por el hecho. Ambos pueden ser defendibles o no, pero de eso no quiero ocupar estas líneas.

Vuelvo a repetir la figura lacista que encarnó también Ferrer i Guardia. Ferviente materialista, estaba con Bakunin en aquella famosa frase que le pegaba la vuelta a la de Voltaire (si Dios no existiera habría que inventarlo), y decía Bakunin: si Dios existiera, habría que exterminarlo. ¿Por qué? Porque su existencia supone la genuflexión de la humanidad hacia el concepto de perfectitud que encarna la divinidad. Mientras existan dioses, existirán esclavos. Por eso no sólo se eliminaron los crucifijos de las aulas, sino que uno de los saludos comunes entre los alumnos encabezaba por la frase: no hay Dios. Hoy, la triunfante Iglesia Católica –impune de los crímenes cometidos durante la era franquista- sigue pregoneando la imposición de sus signos, en una sociedad más multicultural que nunca, y defendiendo causas perdidas con un amplio eco en los medios de comunicación.

Parece que no hay salvación en la escuela institucionalizada. La última propuesta, la de dotar a los profesores de un cargo de autoridad, sigue siendo posiblemente muy insatisfactoria. Porque el problema no es la carencia de autoridad, sino la falta de aprovechamiento. Las alumnas y alumnos se encuentran con una libertad que no pueden hacer verdaderamente efectiva dentro de las aulas, porque los rígidos horarios de materias que de poco les servirán en un futuro les obligan a perder una valiosa juventud con el trasero pegado a un asiento. Es como si a las palomas se les cortaran las alas, como si camináramos hacia atrás, como los cangrejos. ¿De qué vale la libertad, si no se puede hacer uso de ella? Inteligencia emocional, empatía, solidaridad. Esos son los conceptos que hacen falta en la escuela.

martes, 1 de diciembre de 2009

La deuda del mundo con América Latina (II): Honduras




La historia vuelve a repetirse. Todo el mundo se entromete en los asuntos del continente latinoamericano, pero éste siempre acaba resultando perjudicado. El primer batacazo en materia internacional del superpresidente Obama pasa por Honduras. Ahí es donde ha terminado por descarrilar su tren de credibilidad, que ya iba tambaleándose por el camino del descrédito. La cuestión es que, al final, ha pasado lo que los expertos de izquierdas temían. Un golpe de estado en primera instancia condenado por la opinión internacional –pero siempre con medias tintas- que degenera en un proceso de agotamiento de los hondureños y las hondureñas. Una negativa a devolver al poder al constitucionalmente elegido Manuel Zelaya sucedida por la convocatoria de elecciones por el militar Micheletti que termina con unas elecciones donde la abstención supera el 60% y resulta como vencedor un conservador. De repente, el inmenso apoyo popular que tenía Zelaya ha desaparecido, incluso del discurso mediático. Un golpe de Estado militar impune y aquí no ha pasado nada.

Carlos Herrera, el hombre-anuncio (cada dos por tres se llena la boca de publicidad comercial en su programa radiofónico), sin embargo, calificó a las elecciones de “perfectamente legales” y de “un triunfo para la democracia”. Sin embargo, para él, como para tantísimos periodistas (que han perdido definitivamente el norte de la imparcialidad y el juicio sereno), que triunfe la democracia significa que triunfe el conservadurismo, ahora encarnado en el país hondureño por Lobo. Y precisamente el nuevo presidente ilegítimo será eso: un lobo para el desprotegido pueblo de Honduras, una nación que suma a los maltratos internacionales hacia el continente sud-americano. Obama se ha apresurado a darle la bienvenida. Seguro que las empresas norteamericanas vuelven a babear ante las nuevas perspectivas comerciales. Sin duda, el triunfo es que en Honduras no exista un presidente amigo de Chávez y Evo Morales, calificados por los medios capitalistas como “el eje del mal”.

Y si ese eje del mal ha sido elegido democráticamente en las urnas, se le llama populismo. Se apoyan golpes de Estado militares para derrocar a los gobiernos. Lo que sea con tal de “liberar” a los países. ¿De qué se les libera? Del yugo que para los países occidentales representa el socialismo. Y no hablamos del socialismo impostor del gobierno de Zapatero y compañía (que tampoco se ha atrevido a condenar las elecciones), sino al que pone en jaque el libre comercio, opresor para los países empobrecidos. Quienes se ven perjudicados con presidentes como Chávez o Evo Morales no son otros que los intereses empresariales de las compañías españolas como Repsol o Gas Natural, o incluso de los conglomerados periodísticos como Prisa, con grandes intereses en países como Venezuela o Colombia.

La deuda del mundo con Latinoamérica va en aumento. Obama ha demostrado que el pueblo latinoamericano no puede confiar tampoco en su política para salir del camino errático de las dictaduras militares. La única solución debe venir –perdido el apoyo internacional- del pueblo. Revolución o inanición. Esa es la consigna que deberá emprender la ciudadanía para conseguir el poder del pueblo y para el pueblo; un poder que es negado constantemente por las urnas.

martes, 24 de noviembre de 2009

La deuda del mundo con América Latina (I): Colombia



De todos los países maltratados del continente americano, seguramente Colombia es el que sale mejor parado en la prensa occidental. Si bien todas las informaciones de los grandes medios de comunicación suelen estar enfocadas claramente contra las políticas de los países socialistas, Colombia se enmarca sin duda en un marco áureo donde sin duda alguna la interpretación no se ajusta para nada en la realidad sociopolítica de un país que ocupa el quinto puesto del continente en el número de personas hambrientas, según la ONU. En España, por ejemplo, ese apoyo injustificado (que no tienen Venezuela o Bolivia, por ejemplo) se debe a dos motivos fundamentalmente. En primer lugar, los intereses empresariales de los principales grupos mediáticos. PRISA, por ejemplo, es el propietario de El Tiempo, el periódico más importante de Colombia, así como de la emisora más escuchada, Radio Caracol.

En segundo lugar, el hecho de que el país gobernado por Álvaro Uribe cuente con el apoyo institucional de Estados Unidos también es un motivo de fuerza. Un nombre, el de Uribe, que parece ser la pieza clave para la consolidación de Colombia como el bastión de la política norteamericana. Así es como se comprende la decisión de instalar ocho bases militares de la gran potencia mundial en territorio colombiano. Una clara apuesta de Obama (nobel de la paz) para vigilar de cerca las políticas antiimperialistas del venezolano Hugo Chávez y sus aliados. Los medios dominantes, por supuesto, a penas han hablado del impacto de esa militarización en un país ajeno, y se han centrado en maximizar las declaraciones de Chávez sobre la amenaza de una guerra con Colombia, totalmente sacadas de contexto para presentar al presidente como un incontinente verbal belicista, en su tónica. Pero si preguntamos a cualquier ciudadano español sobre el por qué de esas declaraciones, seguramente se encoja de hombros.

Pero ¿qué es lo que ocultan los medios sobre Colombia? En primer lugar, su economía. Es común que diarios como El País o El Mundo publiquen artículos aludiendo a una supuesta bonanza económica del país, frente a un silenciamiento de los logros económicos de los países con regímenes bolivarianos. Nada más lejos de la realidad. Los datos de la OMC aseguran que en Colombia existe una pobreza del 51,5%, un paro del 11,6% y un salario mínimo de 170 euros (en Venezuela es de 286 dólares). Además, 4 de cada 100 empleados cobra menos de esa cantidad. El 27% de los colombianos viven con menos de un dólar al día y 10,8 millones están en la indigencia (según el último informe de la Comisión de Estudios Económicos para América Latina, un 2,7% en este año más respecto a 2008). Un país con tierras de calidad y cantidad como para nutrir a toda América Latina que, sin embargo, es víctima de una política caciquista basada en un modelo fuertemente bipartidista (se alternan constantemente liberales y conservadores en el poder) y que no da opción a los partidos de izquierda o a los socialdemócratas.

Precisamente cuando Unión Patriótica –el primer partido de izquierdas que trató de presentarse a las elecciones- se formó, se produjo una represión política que condujo a su desaparición forzada. A raíz de esa imposibilidad de actuar en las urnas, nacieron dos grupos armados, en los años 60, con el objetivo de imponer por la violencia lo que pacíficamente es imposible. Precisamente, las FARC y el ELN (Ejército de Liberación Nacional) se han convertido ahora en las cabezas de turco de todos los males de Colombia. Todos los problemas tienen su raíz, según los medios, en dichas bandas organizadas, que nacieron con la intención de proteger a los campesinos de las políticas de exterminación impuestas por el gobierno. Se les imputa todo tipo de atentados, aunque ellos mismos los nieguen.

Precisamente para reprimir a la insurgencia surgen a finales de los 70 los primeros grupos paramilitares, promovidos por Uribe, cuando era todavía alcalde de Medellín. Organizados principalmente por terratenientes y grupos emergentes de narcotraficantes, para que prestaran seguridad a los cultivos de coca e intimidaran y atentaran contra sindicalistas y líderes populares. Numerosos dirigentes políticos fueron asesinados. Entre 1986 y 2008 hubieron un total de 2.669 asesinatos.

Actualmente, se vinculan 68 congresistas con el paramilitarismo, lo que pone en duda la legitimidad del congreso. Desde que Uribe llegó al poder, en 2002, su promesa de mayor seguridad mediante el fortalecimiento del ejército y las armas está consolidándose como la mejor forma de propaganda para lograr el apoyo estadounidense. Ese supuesto aumento de la seguridad, según los medios, se traduce en cuatro millones de desplazados despojados de sus tierras y en más de 10.000 desaparecidos. Sin embargo, los medios españoles silencian constantemente estas cifras, en contrapartida con lo que sucede con los datos de los exiliados cubanos, que no dudan en magnificar y resaltar continuamente.

Por lo tanto, el de Uribe es un gobierno construido sobre la base de una represión sanguínea contra el movimiento obrero y los líderes sindicales, una explotación desigual de los recursos de los agricultores y una pobreza sólida contra la que las medidas efectivas brillan por su ausencia. Colombia es, además de la gran aliada de Obama en Latinoamérica (por su condición de país conservador y receptivo a sus políticas), una dictadura camuflada donde el terror del paramilitarismo es el pan diario con el que se topan sus ciudadanos y ciudadanas, forzados aun sistema político que a penas les representa y donde los narcotraficantes campan a sus anchas con la inhibición intencionada de las instituciones.

martes, 17 de noviembre de 2009

Ante las vagas promesas, soluciones urgentes


Uno… dos… tres… cuatro… cinco… seis. Otro niño más ha muerto en el mundo por desnutrición. Cuando escribo esto la medianoche amenaza con volver. El término del día arroja una cifra todavía más agobiante: a lo largo de estas 24 horas habrán muerto un total de 72.000 personas en el mundo por esa misma razón: la falta de alimentos. Carencia que no es tal, o que, al menos no debería serlo. Basta con una visita a cualquier supermercado para darnos cuenta. Un vistazo por el recorrido de los alimentos, desde que se recogen hasta que se desechan. O, simplemente, un paseo por el territorio forestal: decenas de frutos se quedan en los árboles porque “no resulta rentables recogerlos”. De entre los que tienen el privilegio de ser recolectados, un gran porcentaje es retirado por no encontrar su sitio en el mercado.

Mercado, rentabilidad, desecho. Tres términos muy unidos, entrelazados en la cadena de desesperación que supone el sistema capitalista para un tercio del planeta. Ese tercio corresponde a un grupo de personas que son tratadas por el resto como desechos de los que se puede prescindir fácilmente. Son la escoria, los parias, aquellos que no encontrarán nunca cabida en el planeta, porque alguien ha decidido que así sea. Ellos tienen que existir para que el primer mundo exista. Para que los banqueros reciban sus ayudas ante la crisis, como bien ha resaltado Lula, son necesarias esas 72.000 muertes diarias. Lo más prescindible son, sin embargo, cumbres como la de la FAO, que comenzó ayer en Roma con promesas vagas y notables ausencias. Ni Zapatero ni Obama estaban en la mesa. Éste último se encontraba más ocupado negociando con China sus intereses económicos de crecimiento continuado.

El crecimiento. Esa lacra necesaria en la economía de mercado, causante de los “daños colaterales”, medioambientales y humanos. Algunos de esos hambrientos famélicos deciden huir de su país y tratar de retornar al primer mundo. Si les dejan pasar, se agrupan en guetos, donde siguen siendo lo mismo: parias olvidados, residuos humanos de la modernidad que más valiera que no hubieran nacido. Si no logran franquear las enormes alambradas de nuestro bienestar, son retornados o encuentran por fin su merecido final: la muerte en el mar o en las costas. Y con esa vergüenza pueden vivir los grandes líderes del mundo, esos políticos cargados de promesas y vacíos de sentido. Una vez más, pueden los intereses. Y el interés primordial de las grandes potencias no pasa por aumentar su ayuda al desarrollo (anclada en ese vergonzoso 0,7) o destinar algo de dinero para esas 1.020 millones de euros que, según la FAO, pasan hambre en el mundo. El interés no es decrecer, que sería la única alternativa factible para hacer retroceder la pobreza y el deterioro del medioambiente.

Mientras Occidente se desentiende del hambre en el mundo y apuesta por las ayudas a las entidades financieras y a las grandes empresas –que fomentan el deterioro de los países pobres con la descentralización de su producción-, nuevos residuos humanos se abocan sin remedio al cubo de los desperdicios. Los 20.000 millones de euros que prometió el G-8 no están ni mucho menos garantizados, Italia ha reducido su ayuda en un 50% y la indigencia aumenta día tras días, incluso en los países ricos. No es posible transmitir esperanzas mientras el sistema capitalista siga vigente. Hay que ser realistas, pedir lo imposible. Y no podemos pedir lo imposible mientras sean los gobiernos del primer mundo los que decidan sobre todo el planeta. No puede ser Obama el que influya en la política de los países pobres. Tenemos que ser nosotros, los ciudadanos, los que ayudemos a derrocar el sistema de desigualdades e injusticias, perpetuado durante siglos.

martes, 10 de noviembre de 2009

Los otros muros


Esta semana, el mundo entero ha estado de celebración. El motivo: el vigésimo aniversario de la caída del muro que separaba la sociedad capitalista de la soviética, establecido en Berlín, y derrumbado tal día como ayer, 9 de noviembre de 1989. Una vez derrumbada la barrera arquitectónica, desde los mass media se quiso transmitir la percepción de que una nueva etapa de la historia terminaba. Fukuyama, un aséptico investigador pagado por el gobierno, anunció entonces el fin e las ideologías, y se quedó tan campante. Nos quisieron vender la moto, y muchos se la compraron. Y se quedaron empeñados con el negocio. La pretensión era clara: eliminar toda sombra de oposición al discurso institucionalizado del capitalismo como salvador. Había ganado una guerra eterna y, como reza el dicho, son los ganadores los que escriben la historia. El primer capítulo rezaba esa conclusión: el comunismo ha muerto.

Hoy, el libro se ha completado un poco más y, en cada aniversario se añaden nuevos bulos para magnificar la historia. Y no nos engañemos, todos los amantes de la libertad queríamos que cayera el muro, que se derribaran las fronteras. Una forma de perversión de las ideas marxistas había terminado, por fin. Creyeron en vano, sin embargo, que los países del este iniciarían un camino hacia la luz, sin límites. Cuánto se equivocaban. Desde entonces, las guerras han azotado a un territorio maltratado y olvidado por todos desde el principio de los tiempos. Rusia agoniza, con una sociedad donde gobierna el crimen organizado y la coacción de la libertad de expresión. Yugoslavia, Kosovo, Serbia y un largo etcétera todavía tratan de sobrevivir a unas guerras sangrientas que dejaron atrás miles de muertos y familias descompuestas. En la otra parte, en occidente, poco ha cambiado también. Estados Unidos sigue siendo considerada como la gran potencia –a través de ese repulsivo paternalismo que nos caracteriza-. Muerta la URSS, centró desde la caída del muro su combate contra un nuevo enemigo, para realzar su condición de dios de las naciones: el terrorismo, al que patrocinó primero para luego justificar sus ataques.

Todos hemos sido testigos de la avalancha informativa con motivo de esta celebración. Una típica actitud de los medios de comunicación de masas para desplazar de su agenda settingotros temas mucho más importantes que una sencilla efeméride, alrededor del mundo. Mientras Angela Merkel y compañía hacían el paripé mediático en Berlín, muchos otros muros, decenas, siguen alzados ante la pasividad institucional. Muchos de ellos, resultan irreconocibles para la mayoría de personas. Las barreras están ahí, a veces son más grandes que el propio muro de Berlín, pero el silencio es contundente y conjunto si nos limitamos a contemplar las noticias de los medios convencionales.

Es necesario saber, sin embargo, que mientras se malgasta tinta con una celebración efímera, decenas de inmigrantes mueren cuando tratan de cruzar las barreras que se alzan en Ceuta y Melilla, trazando una frontera mucho más cruel que la que separaba los dos mundos de la guerra fría: la frontera que marca la riqueza o la pobreza. Ese mismo propósito trata de separar México y Estados Unidos: el hambre de Latinoamérica con la prosperidad hipócrita norteamericana. El de Cisjordania, por otra parte, es fruto de una kafkiana historia de xenofobia y mal uso de los Estados: la historia de cómo un país (Israel) surge de la nada y se limita a marcar fronteras con Palestina. Una separación vergonzosa que marca las relaciones entre ambos países, el miedo y el odio hacia los que son diferentes, por el simple hecho de profesar una religión distinta. En el Sáhara ocurre algo parecido: Marruecos deniega su autodeterminación al compás de la represión continua y la condena al olvido perpetuo. En Río de Janeiro, vergonzosa ciudad que acogerá los futuros juegos, una muralla enorme separa igualmente a los ricos de los pobres. Las inconmensurables fortunas de los que más tienen, con sus chalés de lujo de las favelas gobernadas por narcotraficantes despiadados. Por último (aunque hay más), también hay un muro construido por la Unión Europea (esa que tanto se vanagloria de la conquista de libertades y democracias) en Polonia, en su frontera oriental, para cerrar el paso de los ucranianos.

Todos esos muros son en realidad la representación física de una gran barrera mental que nos impide avanzar como seres humanas: es la frontera que separa la solidaridad del egoísmo, la tolerancia del racismo… El muro que marca el capitalismo y que expulsa de él todo aquello que no le conviene, sigue en pie. Mientras él exista, las divisiones desiguales entre personas continuarán vigentes.

martes, 3 de noviembre de 2009

¡Prohibido prohibir!


La multa se ha puesto de moda. No es que antes no se cometieran infracciones o no hubiera policías dispuestos a alegrarnos el día. Pero lo cierto es que cada vez se ponen más sanciones en nuestras calles. Las malas lenguas asegurar que, en épocas de crisis –como la actual- esa cantidad aumenta todavía más de lo previsto. ¿Mecanismo recaudatorio? ¿Dónde? Y no me refiero únicamente a las sanciones que se emiten en las carreteras, sino sobre todo a la modalidad que se ha puesto más de moda: la oleada de multas en la vía pública.

Dicen que las calles son de todos. Pero mienten. Si te aburres y, por una de aquellas, se te ocurre bajar y ponerte a tocar el acordeón en la acera, para distraer a otros con tu música, te pueden llegar a caer 700 euros de multa. En los últimos meses, esta variedad de infracción, la cometida por personas que escogen la música en la calle como forma de vida, ha producido, sobre todo en Valencia, infinidad de casos multados. Urgente parece la necesidad –propuesta por el PSPV y que se encuentra en funcionamiento en ciudades como Barcelona- de crear zonas alternativas donde los músicos y otros artistas puedan ejercer sin necesidad de abocarse a la ruina por ello.

Pero aquí la verdadera cuestión es otra. ¿Cuál? La libertad. Es lo que nos atañe, la verdadera razón de ser de la raza humana, que parece en un auténtico retroceso por otro elemento que parece ser justificación para coartarla: la seguridad. Hoy en día, muchos y muchas están dispuestos a renunciar a cualquier cosa –vendiendo el alma al diablo si se hace preciso- por obtener un poco de seguridad. Es curioso como en una sociedad tan segura como la nuestra –si la comparamos con otras regiones del planeta- el miedo sea un componente fundamental asociado a la cultura. ¿De qué tenemos miedo, si la mayoría de nuestros días transcurren sin ningún sobresalto y las situaciones en las que estemos en peligro brillarán por su ausencia durante toda nuestra vida? ¿No será este un miedo creado por los mismos que nos venden la moto de que es necesaria más seguridad? Vemos continuamente, en los telediarios, todo tipo de crímenes e ignominias, ¿será por eso?

La alarma cunde, el pánico aprieta, necesitamos tanta seguridad que nunca es bastante. Instalados en una comodidad que termina por ahogar, no tenemos límites en nuestra saciedad. Si hay que restringir libertades, se restringen. De eso van las nueva “Ordenanzas de policía y buen gobierno” que, como una oleada, la mayoría de municipios está aprobando sin cuestionar ni un solo punto. Este documento –cuyo título más bien parece sacado de algún reglamento franquista- supone el traslado de la legislación opresora que se efectuaba en las grandes ciudades. Tocar en la calle, por ejemplo, tampoco será posible en un pueblo. Actos como pintar fachadas, colocar carteles o repartir octavillas en la vía pública son considerados actos graves cuya multa sobrepasa los 300 euros –curioso, encontrándonos en la época en la que más publicidad anida impunemente en todos los lugares públicos-. Incluso la acción de “hablar a voces” es motivo de sanción. ¿Adonde iremos a parar? ¿Acaso son igualmente aplicables las leyes de las ciudades a los pueblos de 2.000 habitantes?

La vida en un pueblo está marcada por los gritos en las calles, la música en las calles, las cajas de fruta en las aceras (algo que también queda prohibido con la nueva normativa) y otras acciones tan de pueblo que les dan a nuestras localidades ese aroma de ser lugares de convivencia, naturales, no de ordenes impuestos donde al final no podremos ni respirar. Lo que hacen, además, estas ordenanzas, es limitar la convivencia –aunque parezca antitético-. En caso de conflictos, antes eran los vecinos los que, en pequeños corrillos, debatían sobre la solución de los conflictos. Ahora la humanidad se pierde, en detrimento de un auge autoritario de los poderes policiales, que tienen ahora más potestad que nunca. Es lo fácil, llamar a papá-Estado para que nos resuelva la papeleta. Así vamos, menguando nuestra autonomía por momentos, para convertirnos en tristes vegetales que sólo servirán para trabajar y ver la televisión.

martes, 27 de octubre de 2009

La debacle de la industria cultural


Con la liberación de las masas oprimidas que ya preconizó Ortega y Gasset en su día, se abrió un mundo de posibilidades para el capitalismo, donde la cultura, convertida en mercancía, podía ser comprada y vendida a cambio de sustanciosos beneficios para editoriales y discográficas variadas. Nació así la denominada industria cultural, un término que puede semejar antagónico a primera vista, pero que ha generado importantes cantidades de dinero y artistas más o menos frustrados y continuistas en los top de este país. Hubo una época de auténtico boom en la que todo funcionaba: los libros se vendían, los discos más aún y las películas se veían en los cines. Productores, editores y discográficas se frotaban las manos y llenaban sus bolsillos con la creatividad de otros.

Sin embargo, llegó un invento que terminaría convirtiéndose en un auténtico lastre para la industria cultural: internet. La masa comenzó a descargarse los discos, las películas e incluso los textos de sus autores favoritos. Con un solo clic podían acceder a ellos sin tener que prescindir de las altas cantidades de dinero a las que habían comenzado a ascender las obras culturales. Sobre todo, el público adolescente (del que más se nutre este tipo de industria), carente del dinero que la precariedad laboral no puede suministrarle (sueldos bajos, dificultad de conseguir trabajo a largo plazo, estudios, etc.), comenzó a bajárselo todo –literalmente- de la red. Precisamente la generación que creció con la creencia de que lo podía tener todo, se topó con que eso realmente es así en Internet. El fluido de canciones y películas satura los servidores y, pese a que el consumo es hoy más grande que nunca, la asistencia a las salas y la venta de discos sigue cayendo en picado.

Ante tal descenso de beneficios, las discográficas han comenzado a ahogar a los autores con tasas irrisorias, maltratos psicológicos y robo de la propiedad intelectual de sus obras. Al mismo tiempo, las editoriales se aprietan el cinturón y, además de hacer lo propio con los escritores de mayor renombre, han cerrado el mercado a cal y canto a las nuevas promesas. Y lo mismo en el cine: la carencia de audiencia va en paralelo a la carencia de ideas y de buenas producciones. El resultado: un estrangulamiento aún mayor del mercado cultural, todavía más prostituido por aquellos a quienes poco les importan los beneficios intelectuales de la cultura. ¿Cuántos grupos valencianos pueden darse a conocer hoy en día, tan escasas como andan las subvenciones?

Pero hay más. Ante la crisis, algunas editoriales están poniendo en práctica métodos fraudulentos para engañar a los escritores noveles, ansiosos de ver sus obras impresas. Me contaba un amigo el otro día que, tras acabar su novela, mandó un manuscrito a cierta editorial que, al cabo de pocos días, le sorprendió anunciándole que estaban dispuestos a publicar su obra. Tal fue su entusiasmo que, en el momento, fue incapaz de pensar racionalmente y extrañarse por la rapidez de la editorial y su respuesta afirmativa. Sin embargo, pronto le llegó un correo electrónico con el contrato que, en letra pequeña, estipulaba las condiciones: mi amigo, como autor, debía pagar 5.000 euros para que la obra se publicara y los beneficios los obtendría si vendía 200 ejemplares él mismo. Así es como se trata a los autores hoy en día, menospreciando su esfuerzo y aprovechándose de sus ilusiones.

Ante tal debacle estructural, los verdaderos artistas han optado por independizarse de sus discográficas o casas editoriales. La decisión de abandonar el sistema es difícil, entraña riesgos, pero hoy por hoy resulta la única vía factible para poder efectuar tu trabajo en base a tus verdaderas convicciones. Conscientes los grupos de que sus beneficios reales se hallan en los conciertos, optan por regalar sus grabaciones o, simplemente, colgarlas en la red. Así, cualquiera puede tener un grupo, grabar en un estudio sus canciones y distribuirlas a un precio módico, donde no hay intermediarios de por medio. Realmente, la cultura para las masas se está convirtiendo en cultura hecha por las masas, lo cual es bueno, porque aumenta la participación y la lucidez global.

Las ansias incontroladas de las discográficas por chupar la sangre de los artistas a su servicio les ha llevado a una situación que prevé una más que segura desaparición del mercado en pocos años. Se lo tienen merecido. Decenas de escritores están haciendo lo mismo en Internet, a través de páginas como Lulú o Bubok, donde pueden autoproducirse sus obras. El esfuerzo es mucho mayor, pero puede verse recompensado con la idea de que se está actuando de manera autónoma y fiel, con el sudor de su propia frente. Es así como la autogestión se está convirtiendo, poco a poco, en la forma más eficaz para poder sobrevivir haciendo lo que a uno le gusta. Algo que, tratándose de la cultura, es además un camino útil para la autorrealización personal.

martes, 20 de octubre de 2009

Estado policial


Una vez más, los ciudadanos y ciudadanas de las comarcas de La Costera y La Canal de Navarrés utilizaron el único recurso democrático para protestar contra la instalación de un macrovertedero en un diminuto pueblecito de la primera de las comarcas mentadas. Y digo único porque en esta democracia indirecta, nuestros supuestos representanes, los políticos, nos han abandonado en un tema tan candente en la opinión pública como éste, utilizando el voto de tantos para venderse al mejor postor y sacar el beneficio de llevarse la mierda –con perdón- a otra parte. Pues bien, miles de personas asistieron a tamaño acto de fuerza protagonizado por vecinas y vecinos de clase media, separados por los lindes municipales e incluso por diversidades ideológicas, pero unidos, al fin y al cabo, por una misma causa: la reconsideración de que Llanera se convierta en el basurero de la zona.

Sin embargo, pese a la normalidad pacífica que reinó entre los congregantes durante toda la manifestación, las fuerzas de seguridad se encargaron de amañar un poco más los cauces democráticos de la ciudadanía para luchas contra las injusticias. Si les digo que un policía de la secreta; es decir, vestido de paisano, hizo su aparición estelar al retener a unos jóvenes por el simple hecho de realizar una pintada en un muro de una casa abandonada, ciertamente parecerá que algún bribón con ansias de poder ha vuelto a instaurar una dictadura en el Estado español. Pero no. También es muy extraño en un país democrático el hecho de que sean las mismas fuerzas de seguridad, bajo órdenes sumisas de las políticas, las que marquen el camino por donde debe transcurrir la manifestación, palmo a palmo.

Y ese camino fue ciertamente y, para ser sinceros, deplorable. En lugar de transcurrir por las calles principales del municipio –donde, curiosamente, vive el alcalde, el mismo que dio el visto bueno a la adopción del enorme vertedero-, la marcha fue obligada a hacerlo por caminos empedrados y por zonas sin iluminación ni viviendas a la vista. Así todos ganan: los manifestantes se creen que su voz se escucha y el poder político puede respirar tranquilo porque la manifestación está controlada. La situación fue verdaderamente lamentable: jóvenes, algunos de los pocos que luchan por disminuir las injusticias sociales en nuestras comarcas, llamados a identificarse ante los infiltrados. La reacción popular fue justa, clara, de abominación contra los actos de la guardia civil. Un cuerpo que fue cobarde: ya nadie se atrevió a retener a más manifestantes mientras se gritaba en su contra.

El Sistema actual demanda un orden tan grande para contener la amenaza continua explosión que la libertad de expresión acaba difuminándose entre las paredes del Estado de Derecho. En una sociedad ligeramente desordenada, lo que hace un individuo a penas se hace notar. En una sociedad con un orden tan severo como la nuestra, la oveja negra sufre de persecución, porque no sigue al rebaño. Los perros guardianes, al servicio de los gobernantes, están, además, aliados con el imperio mediático y comunicativo. Sorprendentemente, muchos fueron los medios que ni siquiera se hicieron eco de la noticia, a pesar de que no todos los días se producen manifestaciones tan multitudinarias en las localidades de las comarcas centrales del País Valenciano. Quizás no sea algo funcional a sus intereses, que no son otros que contribuir al mantenimiento de la estructura endémica del sistema; es decir, al orden.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Y el mundo se volvió loco, loco, loco


En El mundo está loco, loco, loco el genial Stanley Kramer retrataba la esencia de la sociedad con una serie de situaciones cómicas y realistas en las que queda patente lo irrisorio de la condición humana. Es cierto, todos albergamos a un loco en nuestro interior, pero, sin lugar a dudas, en los últimos tiempos se están dando situaciones –quizás provocadas por la crisis capitalista que aún nos hace cometer más locuras- que servirían de argumento perfecto para otra película de Kramer. Para facilitarle el trabajo, haremos una especie de diversas propuestas que motivarían el hilo conductor, o que incluso podrían alternarse durante la trama.

En primer lugar, el protagonista de la cinta podría ser, por ejemplo, Evo Morales. Como todas las historias que propondré, es el típico perdedor al que le pasan cosas graciosas. Eterno candidato al premio Nobel de la Paz por su lucha en defensa de los derechos de los indígenas latinoamericanos, verá como año tras año, se lo arrebatan. Hacia el final de la cinta, llegará un tal Obama al poder en Estados Unidos (sic) y recibirá el Nobel de la Paz. Acto seguido, Morales, abatido, se suicida ofreciéndose a los matones de las grandes empresas y a los espías internacionales, que llevan tiempo pugnando por su cabeza. La reflexión del espectador en este punto debería ir en sentido de preguntarse: ¿y por qué no le han dado el premio al pobre de Evo? ¿O a Piedad Córdoba, mujer clave en la liberación de rehenes de las FARC, en Colombia, por ejemplo? ¿Por qué el Nobel se sustenta en promesas y no acciones y es otorgado al presidente de la potencia que más potencial armamentístico ostenta de la comunidad internacional? En fin, y cosas así.

En una versión a la española, el protagonista podría ser el pijo de Ricardo Costa. La película se centraría en la lucha de un hombre contra todo por conservar su cargo de poder, los relojes caros y otros favores sexuales varios. Y es que el bueno de Ric se ha negado a dimitir. Como las garrapatas, le han tenido que despegar de su cargo a base de mano dura. Y mira que a la dirección nacional del PP le ha costado. El más bueno aún de Camps tampoco quería cesarlo, en un acto de cobardía política injustificable. ¿Por qué será? ¿Quizás tema que la ley del efecto dominó se imponga en su partido y en su provincia? En este caso, sin embargo, lo más cómico de la cinta sería ver como el electorado valenciano sigue empecinado, a pesar de todos los escándalos de corrupción, los Bigotes, los pijos, las empresas estafadoras y los Don Vito’s que pululan por nuestro territorio, en votar al Partido Popular. En este caso, la moraleja sería clara: la democracia en Valencia no funciona. Quizá sea un defecto mental, pero lo cierto es que, cuando la corrupción se perpetua en el poder, hay que hacer algo más que votar cada cuatro años. ¿Realmente funciona la democracia como mejora de la voluntad social?

La última propuesta estaría más destinada al público joven. Su protagonista podría ser una de las hijas góticas de Zapatero que, desencantada con una sociedad que se ríe de ella por ir a una cumbre en la ONU vestida libremente, decide darse a la bebida para sustraerse de un mundo que no va con ella. En una de esas, se vería envuelta en un disturbio frente a la Policía, como el que hubo en Pozuelo hace un mes o así. Ella estaría en primera línea, lanzando botellas de cristal a los antidisturbios y acabaría en comisaría tras incendiar un cuartel de la Guardia Civil. Esta cinta sería más independiente, relataría la comicidad que se esconde detrás del hecho de que ahora, en vez de protestas sindicales por la bajada de salarios, la violencia provenga de una juventud acomodada y pija, pero alcoholizada.

El Sistema ha terminado por fabricar engendros que bien podrían semejar su propia autodestrucción. Los nuevos anarquistas ven Física o Química, compran en Zara y entre sus temas más importantes de conversación se hallan el fútbol, las chicas y las depilaciones, en ese orden. La contundencia visual de las imágenes que esta película mostraría serviría también para mandar un mensaje a las fuerzas policiales y represivas: “Si véis que la gente está bebiendo a gusto, ahí, que son fiestas en el pueblo y es normal que se arme jaleo… No hagáis nada, que al final algo terminará ardiendo”. Ahora la juventud no se rebela contra la guerra de Afganistán, el caso Gürtel o los asentamientos judíos, sino contra el hecho de que no les dejen pegarse la fiesta. En fin, que “la botella de whisky, ni tocarla” (sic).

miércoles, 7 de octubre de 2009

Estado de sitio en Llanera


Hace unos días me acerqué por Llanera junto a unos amigos con el objetivo de ofrecer a sus vecinos la información que las autoridades les niegan sobre las posibles consecuencias del macrovertedero que albergará con toda probabilidad. La mayoría de sus habitantes las recibía con gesto de agradecimiento, al mismo tiempo que reconocía esa carencia de conocimiento del futuro proyecto. Otros advertían de la temeridad que suponía repartir los folletos en cuestión. En todo el municipio, tan sólo en una casa se opusieron a recibir los pasquines. Y sus inquilinos eran, verdaderamente, el ejemplo perfecto de la mala educación. Aceptaban el hecho de ser partidarios del megabasurero por el hecho de recibir el dinero que Llanera se lleva a cambio, sin importarles que otros muchos pueblos estén también perjudicados y no vean ni un duro. Unas opiniones que parecen coincidir a la perfección con las de su alcalde.

Tampoco parecía ser un inconveniente para ellos razonar con nosotros mientras masticaban con la boca lo más abierta posible el bocadillo de tortilla, o con gritos de menosprecio. Una actitud chulesca que les llevó a la conclusión de que lo que pensaban era cierto “porque lo digo yo”. El sí por que sí es algo muy propio de la gente que se encierra en sí misma, negándose a recibir información para justificar sus propias afirmaciones. Cuando la conversación degeneró en una apología del franquismo por parte de los tres hombres y una mujer en cuestión, decidimos que era momento de abandonarlos a su suerte. “Cuando Franco había más seguridad” creo que fue la última frase que escuchamos, después de que un compañero les dijera que su abuelo había muerto fusilado y uno de ellos le respondiera: “algo habría hecho”.

Pues algo habrá hecho alguien para que exista un movimiento cívico tan grande como el que existe en oposición al macrovertedero. Basta un recorrido rápido por la zona afectada por el mismo para comprobar como balcón sí, balcón no, hay banderas que así lo atestiguan. En la calle principal de Anna, por ejemplo, a penas hay viviendas que no denuncien la situación, algo que es totalmente impensable para otros temas sobre los que la opinión pública suele estar mucho más dividida. Motor de canalización de esa oposición son también las múltiples manifestaciones que se han ido sucediendo en los últimos meses, pese al continuo pasotismo institucional y mediático (bendito será el día en que la televisión pública valenciana aparezca en alguna).

El festival del sábado pasado fue otra muestra de esa subversión existente en nuestras comarcas. Pequeños pueblos que quieren dejar de ser el cuarto trastero y reivindican su capacidad de decisión, contraria a veces a lo que deciden los mandamases de las grandes ciudades en sus enormes despachos presidenciales, a pesar del miedo que se trata de imponer desde arriba, patentado, por ejemplo, con la sanción impuesta a una vecina de Rotglà por el simple hecho de manifestarse contra el abocador.

Volviendo a Llanera, que muchos creemos que sigue siendo una piedra angular en el progreso del movimiento cívico, sus vecinos deben dejar el silencio impuesto desde el ayuntamiento, olvidar el miedo y reunir una asamblea informativa que tenga un calado significativo entre su población. Se comenta que muchos vecinos creen poder perder el empleo y algunas amistades o familiares si se oponen a la construcción del vertedero. A ellos hay que decirles que, en ese caso, prefieren el dinero a la injusticia que recae sobre muchos. Los vecinos deben asociarse si quieren tener una influencia verdadera sobre el poder, que ha decidido prescindir de ellos. Si están unidos y demandan un referéndum, una vuelta de tuerca al proceso podría ser posible. De lo contrario, su alcalde haría honor a la ideología sospechosa que le delata por mantener una plaza llamada “del Caudillo”. Una vergüenza que hace cuadrar todas las piezas del eterno rompecabezas.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Hagamos cifras


Como hace poco que se han aprobado los Presupuestos Generales del Estado, con más o menos la misma bronca superficial de todos los años, cabe hacer balance. Las cuentas del Estado son el trámite por el que todo gobierno, si pasa indemne, no es quemado en la hoguera. Un trámite de oro en el que cabe pactar con el diablo si hace falta para sacarlos adelante sin que la oposición se mosquee demasiado. Y es que es mucha la responsabilidad del Parlamento en este asunto, estamos hablando del dinero de los españoles. Millones y millones de euros que todos queremos que vayan a buen puerto. Es lo que tiene delegar nuestros precarios sueldos en unos cuantos que se dicen expertos, pero que barren siempre para su propio tejado.

De entre todos los ministerios, el de Interior es que sale, sin duda mejor parado. Con más de 8.000 euros en el bolsillo, el Ejecutio trata de impostarse como sea la victoria sagrada del triunfo sobre ETA, que serviría, sin duda alguna, para lograr un triunfo casi asegurado en las próximas elecciones. También se hace necesario coordinar unas extensas fuerzas de seguridad y supuesta inteligencia. Pagar las cenas y los caprichos de algunos directivos manirrotos del CNI (Centro Nacional de Inteligencia) es lo que tiene. Espiar a otros países y llevar a cabo auténticas persecuciones contra el asociacionismo y algunas agrupaciones políticas, sin embargo, parece no tener precio. Como diría aquel, Todo sea por la patria. Un pueblo seguro es un pueblo acrítico, de eso no cabe duda.

A Interior le sigue otro Ministerio vinculado con la seguridad y las armas. ¿Por qué será? Defensa recibe más de 7.600 millones de euros que sirven para que nuestro preparado ejército dé la talla en los combates internacionales (justificados o no). En Afganistán, Kosovo y otros países en conflicto ya se frotan las manos por esta aportación, igual que Carme Chacón, que sigue con un sueldo irrenunciable. Contrasta, sin embargo, el presupuesto para Defensa con el de, por ejemplo, Educación, ese tema que tanto parece preocupar (a veces) a la opinión pública española, pero que sigue siendo todavía uno de los más precarios y peor preparados. La historia dice que sólo hubo una vez en la historia en la que el presupuesto de Educación superaba al del Ejército: durante la II República Española. Y expertos internacionales avalan aquel método como uno de los mejores. Poco dinero recibe también, en comparación con el destinado a Interior y Defensa, el Medio Ambiente, pese a la aparente “gran preocupación” del Gobierno Central. O Igualdad, que recibe tan sólo 77 millones de euros, el Ministerio con menos, demostrando con ello que es tan sólo un departamento supeficial, propagandístico y con escaso margen de actuación.

La buena noticia de este año es que Su Majestad ha congelado el sueldo de la Casa Real. Ahora “sólo” cobran 9 millones de las arcas de los españoles. Todo un ajuste del cinturón (que no se han bajado el sueldo, no) que les hará saber un poco más como convive el español medio en el día a día. Lo mismo ocurre con Zapatero, que tampoco se ha bajado el sueldo pese a esa austeridad que promulga en cada uno de sus discursos. Su sueldo: 92 mil millones de euros anuales, que explican bastante bien por qué gusta tanto el poder. Frente a ellos, otro español ha optado por subirse el sueldo en la escudería menos austera. Alonso cobrará 25 millones en Ferrari. Aunque, se me olvidaba, este tipo ni siquiera cotiza en España, porque posee un paraíso fiscal suizo. La austeridad es una solución, pero no parece ser la principal prioridad real del actual Gobierno. Hagamos cifras, pensemos con la cabeza y pidamos que los poderosos se bajen de una vez el sueldo para alimentar a los parados. Solidaridad es la cuestión.

jueves, 24 de septiembre de 2009

La Dipu te Educa


Otra vez la educación se ha situado recientemente en el punto de mira principal de la opinión pública. Objeto eterno de debate, parece como si continuamente se den palos de ciegos que no conducen a nada. La última propuesta: convertir a los profesores en autoridades educativas, al mismo tiempo que, desde varios círculos políticos, se defiende un aumento de la autoridad misma en las aulas. ¿Qué es esto de que los alumnos tengan tanta libertad? Según algunos, hay que volver a los “viejos métodos”, los de la consigna del “a dios rogando y con el mazo dando”. ¿Qué Fulano no ha hecho hoy los deberes? Pues se le castiga: veinte flexiones y un paseo desnudo por el pasillo. Los que estamos inmersos todavía en la realidad de la educación, sin embargo, vemos que esa no es la solución, porque estamos hablando de personas, no de máquinas o perros que hay que dominar. A diferencia de ellos, a nosotros nos cuesta permanecer encerrados tantas horas en un mismo sitio, sobre todo hasta cierta edad.

Además, algunos políticos confunden la demanda de autoridad con una actuación que trata de mezclar cada vez más educación y política. Me explico. Ahora más que nunca las inauguraciones de colegios son vistas como cartillas con una infinidad de puntos a favor para el gobernante de turno que los inaugure. Se organizan maratones entre las autoridades políticas en las que se compite por ver quién es capaz de abrir más centros educativos. Sean públicos, privados o tristes barracones donde te asas en verano y te hielas en invierno (de los que en el País Valenciano somos líderes indiscutibles). Hace unos días, en el intento de Alfonso Rus por lavar su imagen en una ciudad que ha dejado algo descuidada desde que es Presi de la Dipu, sobre todo en materia educativa (donde además perdió algunos puntos por aquello de llamar gilipollas a algunos profesores), inauguraba dos colegios, después de 14 años sin hacerlo. ¿Coincidencia?

Al evento acudió también Font de Mora, aprovechando la misma agua utilizada por Rus para lavarse también. El conseller de Educación no es tampoco precisamente bien recibido por estos lares, sobre todo en Enguera, donde fue capaz de deponer al director de su colegio público, el CEIP Eduardo López Palop, tras veinte años de mandato premiado e incuestionable, en favor de la hija de un concejal del PP de Bicorp, que además no cuenta con los requisitos mínimos para convertirse en directora (tan sólo ha ejercido como docente 13 meses). Y no es el único caso, lo que nos lleva a preguntarnos si quizás los de arriba no confunden demasiado a menudo autoridad con autoritarismo político. Un gesto dictatorial supone también, desde algunos puntos de vista, la imposición del uniforme (palabra que viene de uniformidad, hay que recordar) en los colegios públicos de la Comunitat. Personalmente, me dan miedo unos centros donde los profesores sean autoridades y los niños vayan uniformados al trabajo… ¡Ah no, perdón! ¡Que van a escuela! Casi se me olvidaba.

jueves, 3 de septiembre de 2009

El turismo de la basura

Recomiendo ver Tierra. Un documental sobre cómo el calentamiento global está afectando al planeta, condenándolo a un destino ruinoso, marcado por el deshielo, la extinción de animales y la escasez de agua. Fuera de esa religión en que parece haberse convertido la lucha contra el cambio climático, las bellas imágenes de la naturaleza en su perfecto esplendor hicieron mover muchas cosas en mi mente. Sobre todo, una: me di cuenta de la gran suerte que supone vivir en un pueblo, donde la mano del hombre aún no ha podido quebrantar del todo ese orden natural, se respira el aire puro y pasear no es un acto de cinismo, empañado por el humo de los coches o la contaminación acústica y visual que hay en las ciudades.
Sobre todo ahora, en verano, la gente se suele sentir agradecida con los pueblos pequeños. Anna, por ejemplo, acoge a decenas de visitantes que contribuyen además a las arcas municipales. Ahora bien, muchos de ellos aportan más bien poco. Basta con acercarse a ese inmejorable entorno natural que es el gorgo de la Escalera para comprobar cuán guarro puede llegar a ser ese ser desconocido llamado turista. Como si dijeran: “Sí, os estoy muy agradecido por la tranquilidad que se respira en vuestro pueblo, pero voy a llevaros la mierda –con perdón-“. Eso mismo nos quieren traer también muchos políticos –de signo indistinto- que, mirando hacia otro lado, se han sacado de la manga un vertedero de dimensiones similares a los botellones universitarios. La diferencia es que la basura no se la llevan al día siguiente. Miles de personas nos hemos opuesto, pero entre basura y democracia no hay elección. En Londres ya pagan a los países africanos porque se lleven contenedores repletos de desperdicios. Aquí se repite esa lógica: el culo del mundo –nunca mejor dicho- viene a ser el váter donde evacuan las zonas donde se acumulan las mayores riquezas. El turismo de sol y playa gana al rural y por eso nos comemos la basura de Gandia. Simple.
Pero no todo son desgracias. Teniendo en cuenta lo guarros que son algunos turistas, quizás se instaure en nuestros municipios un nuevo tipo de turismo: el de la basura. Nada como un recorrido por la planta de residuos como para fomentar el desarrollo de nuestras poblaciones, ahogadas también por los escasos ingresos –cada vez menores- que reciben los ayuntamientos. La serranía, nuestro bien más preciado, arrasada por el ansia de producir desperdicios del ser humano, en forma masiva. A tiempo estamos todos de pararlo, sobre todo con el empuje de los más jóvenes, para desmentir aquella frase de Miguel Hernández, que se preguntaba dónde estaba la juventud y respondía: en el ataúd. Salgamos pues de ese ataúd y defendamos la Tierra, tanto del calentamiento global como del enfriamiento de las conciencias, causado por el ansia de dinero fácil que tienen algunos.

martes, 7 de julio de 2009

Alfons Rus, el Berlusconi español



Alfonso Rus, alcalde de Xàtiva y, desde hace poco, presidente de la Diputación de Valencia ha obtenido un ascenso meteórico en el poder en los últimos años. Su popularidad, a la par que la de políticos de la talla de Camps o Fabra, le ha hecho ganar la alcaldía setabense durante varias elecciones seguidas. Se podría decir que es todo un zoon politikon. Un experto en democracia. Y todo a pesar de sus excesos y sus virajes fascistas, que pueden enumerarse brevemente:

1. Oposición a toda forma de cultura. Reiterados han sido los intentos de Rus de evitar todo aquello que huela a cultura y de lo cual no pueda obtener algún rédito político o económico. Como aquel nazi que decía: “Cuando oigo la palabra cultura me llevo la mano a la pistola”, Rus se vanagloria de mantener a raya a los intelectuales locales, y no duda en insultarlos si es precios. Es el caso de sus críticas a los profesores que apoyaron la huelga educativa de abril, a quienes llamó “gilipollas”. O, más recientemente, a los artistas locales: “SI me critican, no actuarán”, dijo, en el último pleno, en clara alusión a cantantes como Raimón.

2. Negocios fraudulentos. Nits al castell, organizado por un hombre que cobra 18.ooo euros y para cuyo espectáculo existe un acceso muy restringido –Rus opta por vender las entradas en su despacho, a conocidos-, se ha convertido en un negocio casi privado para la alcaldía. Entre los artistas, megaestrellas internacionales, ninguno local. ¿Qué pasa con Raimón? Más recientemente, su apoyo al macrovertedero de Llanera de Ranes como presidente de la Diputación, nos lleva a pensar en cómo, puestas en una balanza, predomina su cargo valenciano que el de alcalde de Xàtiva. Como no, ya se ha anunciado el pelotazo en la adjudicación de los terrenos.

3. Espectacularización de una política para las masas. Cuando Rus habla, todos deben callar. Su prepotencia es de escándalo y su forma de emitir la palabra, de la manera más ruda e insoportable posible, hace ver como intenta ganar votos con la chulería. Tratar a la gente de masas pasivas es una de sus mayores habilidades, que, incomprensiblemente, tiene resultado.

4. La Dipu te beca. Como el mejor de los reyes, sultanes y despótas, RUs decidió, en uso de su cargo alto en la diputación, que era buena idea hacerse la foto con cada uno de los ganadores de una beca para esos trabajos en prácticas en los ayuntamientos. De nuevo, intento por sacar rédito electoral. Como Franco y Primo de Rivera con los periodistas, la increíble ocurrencia de crear un carné para tenerlos controlados. Desplazarse a Valencia, obligatorio para todos ellos, muchos de los cuales eran hijas e hijos de no pocos alcaldes populares. ¿Casualidad o causalidad? Gusta ver el rostro de complacencia de Rus al agarrar a bellas adolescentes por la cintura.

Lo dicho: entre Rus y Berlusconi hay un paso, en el que encontramos harenes con prostitutas de lujo alrededor del susodicho. Todo se andará. Entre ambos y el fascismo, el paso sigue siendo del mismo modo muy corto.

viernes, 26 de junio de 2009

Por qué decir NO al macrovertedero de Llanera de Ranes


Un movimiento cívico amplio comienza a emerger con fuerza de las entrañas de una serie de comarcas que algunos creían muertas. Cientos personas de la Canal de Navarrés y La Costera han comenzado a movilizarse frente a la decisión unilateral del Consistorio de Residuos –competente desde 2007 en la gestión de los mismos- en ubicar un macrovertedero en la localidad de Llanera de Ranes.

En algún sitio se tiene que dejar la basura, es cierto, y es el principal argumento que esgrimen los partidarios del citado vertedero. Lo intolerable es, sin embargo, que dicha instalación acogería los residuos –no sólo orgánicos, sino de todo tipo- procedentes de La Vall de Albaida y La Safor (con Gandía y Oliva como puntas demográficas, sobre todo en verano), comarcas que no han tenido nada que ver con las dos primeras, ni histórica ni social ni geográficamente hablando. Así, la planta albergaría una carga anual de 180.000 toneladas de residuos, procedentes de más de 400.000 habitantes, con una extensión de unas 330 hanegadas (unos 40 campos de fútbol). Eso es lo intolerable. Alrededor de 16.000 camiones anuales repletos de basura circularían por la carretera de Alcudia.

También es cuestionable la forma en que dichos residuos se tratarían. La basura sería simplemente enterrada en un socavón bajo tierra, lo que generaría, según la asociación ecologista de Enguera, ADENE, sustancias tóxicas, tanto en estado sólido, y líquido como gaseoso. El olor, por otro lado, a pesar de que sería reducido por la tecnología, no sería eliminado y, en días lluviosos o con viento de levante, llegarían hasta cinco kilómetros a la redonda. Los problemas sanitarios, serían otra fuente de problemas.

También están las cuestiones –fundamentales- de la agricultura y el turismo, actividades a todas luces afectadas por el macrovertedero. En primer lugar, los terrenos cultivables a un radio de varios kilómetros dejarán de ser válidos para ello, por el olor y el deterioro ambiental de la zona. En segundo lugar, el turismo, fuente principal de recursos de la Canal de Navarrés (sobre todo para Anna, con la Albufera como estandarte), se vería fuertemente dañado, sobre todo por el impacto visual que supondría la planta de eliminación. Nada desestimable es también otra razón de fuerte peso: justo debajo de donde se proyecta el macrovertedero existe uno de los acuíferos más ricos de toda la Península. La filtración de los lixiviados –sustancias líquidas cancerígenas que desprende la basura- podría mezclarse con el agua y despotabilizarla, contaminando otra fuente de riqueza natural y privando de ella a la ciudadanía.

En conclusión, la decisión del Consorcio ha sido, una vez más, debida sobre todo a intereses económicos y técnicos, sin respetar los sociales, que son los que, fundamentalmente, deberían importar: la gente. Ni el terreno es el primordial, como ya se ha visto, ni la zona es la ideal, ni la envergadura que pretende abarcar es la adecuada. La estrategia, por lo tanto, es obvia, y resalta por qué los socialistas de La Safor son partidarios de esta ubicación: colar a una zona con escasa densidad de población y pocas ansías de reivindicación, un macrovertedero que sea el centro de deshechos de zonas turísticas internacionales, de sol y playa, como son Gandía y Oliva. Una vez más, detrás de todo esto, el inefable Alfonso Rus, presidente de la Diputación, despreocupado ya de un cargo como alcalde en Xátiva que se le queda pequeño al lado de los intereses que posee por el otro.

Aún así, estamos asistiendo a un movimiento social inaudito en nuestras comarcas. En La Costera y La Canal, focos tradicionales de inmovilismo, se ha constituido una Plataforma cívica, independiente de cualquier poder político, con la información de la población como prioridad. No sólo rechazamos la instalación del macrovertedero en nuestra zona, sino en cualquier zona. Los vertederos son necesarios, pero el actual modelo es desproporcional y sólo beneficia a las grandes ciudades. En las zonas rurales desechamos ser el estercolero de la urbe, y por eso promovemos plantas de tratamiento y eliminación a nivel comarcal. A lo sumo, este vertedero debería abarcar, para ser sostenible socialmente, tan sólo las comarcas de La Canal de Navarrés y La Costera, y desengancharse así de Albaida y La Safor, zonas ajenas a nuestro desarrollo.

www.noalmacrovertedero.wordpress.com

lunes, 22 de junio de 2009

¿Qué pasa y qué podría estar pasando en Irán?


Una nueva revolución –parecen haberse puesto de moda- colorida asola ahora Irán y todos los medios se hacen especial relevancia de ello –quizás, sobredimensionándolo-. Lo importante, es que son esos medios de comunicación occidentales los que prácticamente han obviado la presunción de inocencia y se han puesto claramente del bando de Musavi, el líder reformista, frente a Ahmadineyad, pese a que a penas hay indicios para ello.

Una vez más, la maquinaria revolucionaria de sillón –consistente en que numerosos ciberactivistas de países occidentales apoyan desde sus casas, sin movilizaciones físicas, las consignas pro-Musavi- se ha puesto en marcha. Pero lo importante es ver que puede haber detrás de todo ello. En primer lugar, cabe destacar que se trata de una revolución promovida por la clase media-alta iraní, que reclama liberalización del comercio y mayor posibilidad de acumular recursos, frente a las clases populares, que apoyan en masa a Ahmadineyad, pidiendo pan para llevarse a la boca. Ahora bien, ni uno ni el otro son excesivamente partidarios de la libertad, si bien es cierto, puesto que no se salen de la teocracia semi-represora de los religiosos del régimen iraní.

Pero es en eso último donde radica el problema. Recientemente, observamos en la prensa comercial del mundo occidental una tendencia peligrosa y cada vez más extendida a obviar el modo de funcionar de otras culturas y, por lo tanto, su modo de funcionamiento diferente, llegando a promover proclamas de ingerencia en dichos territorios. NO es extraño oír de la boca de cierta tertuliana –socialista, además-, que “hay que llevar a cabo una occidentalización de Irán”. Y ahí es donde radica el problema de la prensa de los países teóricamente libres. En medio de la globalización convocan a la “homogeneización totalitaria”, que diría Marcuse, fijando como ideal el del propio país, y olvidando que el resto de países tienen sus propios procesos, sus propias culturas, independientes. Bajo el lema de la “normalidad” se esconden intereses crear un territorio mundial que abogue por la uniformización de pensamiento y ahogue la diversidad, paradigma de la riqueza intelectual.

Pero volviendo al hilo central, que es la mini-revolución iraní, cabe destacar que EEUU lleva 30 años intentando derribar al gobierno de dicho país. De sobra es conocida las “ganas de guerra” que la superpotenia mundial le tiene a Irán, por su retórica anti-imperialista (encabezada sobre todo por Ahmadineyad), sus juegos nucleares o la posesión del petróleo. En 1980, la administración estadounidense empujó a Sadam Hussein a atacar al país, desatando una terrible guerra. Más tarde, viró de estrategia y se propuso su derrocamiento para colgarse la medalla de derrumbar dictadores. Por otro lado, se tiene constancia de los programas norteamericanos para “promover la democracia” en Irán. En 2006, por ejemplo, asignó más de $66 millones de dólares a este fin, incluyendo a medios de comunicación, visitas e intercambios… Para 2008, el entonces Presidente Bush pidió unos 100 millones de dólares para el programa Intervenciones de este tipo contribuyeron de forma importante a las “revoluciones de colores”, en Ucrania y Georgia, así como la llamada revolución de los cedros en el Líbano.

Eso explica como, mientras el asesinato en masa de indígenas en Perú a penas ha encontrado cabida en la prensa española, por ejemplo, a dicha revolución se le da una sobredimensión que excede la veracidad electoral en el país. Y es que, aunque pueda parecer conspiranoico, existe una red internacional de espías, encabezada por la CIA, alrededor de cuyas decisiones tienen cabida muchas de las guerras que nos asolan, muchas veces patrocinadas por los propios medios de comunicación que, con su agenda setting, priman los acontecimientos por los que recibirán pagos más o menos sustanciosos por parte de las administraciones políticas.

martes, 16 de junio de 2009

El trámite de la educación


A lo largo de mi carrera como estudiante, he podido comprobar que existen varios tipos de profesores. Una afirmación un tanto obvia a simple vista, pero que refleja a las mil maravillas los diversos caminos por los que se puede condenar el actual retroceso en la calidad educativa. Básicamente, me ceñiré en dos arquetipos de profesores que pueden influir en muy diversas maneras en el comportamiento de su alumnado.

En primer lugar, encontramos al profesor amargado. Entra en clase, ni siquiera dice buenos días, y, con cara de pocos amigos, tan sólo interactúa con él mismo, impartiendo (que no compartiendo) la información privilegiada de la que dispone y haciéndosela asimilar a sus oyentes a la fuerza. En su superioridad intelectual basa sus clases y parece estar rodeado de un aura que le hace mirar condescendiente a sus “discípulos”. El ego está muy enraizado en el profesorado, pero este tipo de profesionales lo utiliza como arma de doble filo.

En el lado opuesto de la moneda, hallamos a otro tipo de profesional, con un estilo de comunicación (que no impartición) mucho más libre preocupado por sus alumnos. Explica los contenidos cargados de ejemplificaciones que hagan más amenas y expresivas sus clases. Habla desde su experiencia, es humilde y comparte su saber de forma amigable, como si fuera un amigo con el que compartes un rato. Además, ofrece los datos para que sea el alumno el que, mediante el empleo de su capacidad racional, los mastique y asimile, movimiento las mentalidades de todas y todos los que se hallan en clase, que ya no son meros espectadores pasivos, como en el primer caso.

Por lo tanto, lo que aquí se dilucida son dos tipo de educación. Está claro que entre ambas tonalidades de profesores hallamos una gran escala de grises, pero lo cierto es que los más cercanos al primer arquetipo se imponen hoy por hoy en el sistema educativo, precisamente porque éste se basa en un tipo de educación que imparte y no comparte; que sólo está enfocada en los resultados, en la práctica y no en la teoría, y cuyo único objetivo es formar a trabajadores y trabajadoras para el mundo laboral. Desde esa perspectiva tecnocrática en la que se enmarca la escuela en una sociedad capitalista, poco se puede hacer porque la teoría vuelva a gobernar en las aulas y que lo que se creen no sean meros engranajes al servicio de la vida mecánica, sino ciudadanas y ciudadanos

Cabe, como en la segunda república, retornar a la concepción de la escuela como fábrica de ciudadanía. Es necesario, volver, como en 1931, a un presupuesto de Estado en el que el dinero destinado al ejército –como ahora y siempre- no sea superior al educativo, porque eso, desgraciadamente, dice mucho del tipo de sociedad que estamos construyendo. Ya decía Cicerón que “vivir es pensar”. Y el tiempo está demostrando que al Sistema le interesa todo menos que la gente piense –que es lo que se pretendería con Bolonia, una oda a la enseñanza práctica en detrimento de la teoría-. Cuanto más se prioriza la técnica, más se empobrece la teoría. Y una sociedad sin teoría en una sociedad acrítica, fácilmente dominable y moldeable, sin capacidad de racioncinio.

miércoles, 10 de junio de 2009

Canal 9: el NODO valenciano


Todos los investigadores de la comunicación franquista destacan al NODO como uno de los más poderosos propagandísticos –sino el mayor- del régimen. Se trataba de un mini-informativo, con noticias muy particulares, encabezado por la frase “la información mundial al servicio de los españoles”. Esa “información mundial” que se vanagloriaba en ofrecer antes de cualquier proyección en los cines, a penas mostraba una o dos noticias, siempre nacionales, siempre protagonizadas por el Caudillo. Ahora bien, a nadie se le permitía entrar después de su emisión, se consideraba sagrado y, por tanto, constituía un poderoso instrumento de adoctrinamiento, al mostrar un punto de vista muy subjetivo y desenfocado de la realidad española.

El NODO murió con Franco, pero algunas de sus tendencias y prácticas han continuado y continúan en algunos medios audiovisuales del país. Sin irnos más lejos, algunas televisiones públicas provinciales ejercen de auténticas correas de transmisión de las medidas e ideologías de los partidos gobernantes en dichos territorios. Hablamos de Telemadrid, pero también de Canal 9, la televisión autonómica valenciana.

Y es que el presidente valenciano, Francisco Camps, es el nuevo Franco para los informativos de Canal 9. Si bien una de las características del viejo NODO eran las continuas noticias superfluas sobre inauguraciones de pantanos diversos por parte del Generalísimo, notificamos en Canal 9 la misma proporción de superficilidad, así como un alto grado de noticias copadas por la imagen de Camps. Todo lo que inaugura es susceptible de ser noticia, potenciando con ello una imagen positiva del líder, siempre sonriente y con sapiencia de done se encuentra la cámara en cada momento.

Pero lo más escandaloso de todo ha sido la completa omisión de cualquier imputación del presidente en la trama Gürtel, un instrumento de manipulación al servicio de la Consellería, totalmente permisiva con dichas prácticas beneficiantes. Papel determinante también han tenido los servicios informativos –presididos por Pedro García, amigo íntimo de Camps-, en las sucesivas victorias –regionales, nacionales y europeas- del Partido Popular, a pesar de los continuos casos de corrupción (Carlos Fabra, Costa, Camps, etc.) o las protestas masivas contra algunos consellers por sus prácticas inefables, como el de educación, Alejandro Font de Mora. Y es que basta con observar un telediario para darse cuenta de la gran primacía que las informaciones casi institucionales, todas del PP, gozan de primacía ante el resto de partidos políticos.

La unidireccionalidad de los mensajes propugnados por esta cadena pública va más allá, en un adoctrinamiento enraizado en la tradición más abiertamente anti-catalana, de naturaleza blavera –corriente nacida de los valencianos nostálgicos de la minorización del valenciano durante el franquismo-, utilizando una lengua considerada por todos los filólogos como totalmente inadecuada, llena de barbarismos e interferencias castellanas. Por otro lado, sorprenden noticias como las listas elaboradas dentro del medio, con una serie de palabras terminológicas que no deben usarse por ser consideradas “demasiado catalanas”, pero que en realidad, consultando cualquier diccionario, las propuestas resultan ser meros sinónimos e incluso a veces palabras inadecuadas de nuevo, a otras que realmente son valencianas (lo que demuestra su carácter de dialecto catalán sin duda alguna).

Otras de las listas de las que tenemos noticias son de aquellas en las que se señalan las posibles personas que podrían no ser afectas al PP, lo que supondría una automática purga mediante algún mecanismo rocambolesco para evitar sanciones. Ese es verdaderamente el gran drama para la democracia valenciana: el hecho de que ningún organismo sancionador del audiovisual tenga capacidad para actuar sobre los comportamientos dictatoriales de algunas cadenas públicas de televisión. A la espera quedamos todos de ese plan que Rodríguez Zapatero anunció ya tiempo y que parece no llegar nunca, en forma de nueva ley del audiovisual.

martes, 2 de junio de 2009

El funcionamiento orwelliano de la inspección educativa valenciana


En 1984, George Orwell creó una utopía negativa de una sociedad dominada por el Gran Hermano, una figura a medio camino entre el particular comunismo entendido por Stalin, el fascismo y la dictadura capitalista que puede llegar a ser la sociedad del mercado, con individuos totalmente alineables y decididamente manipulables para ejercer la pieza de engranaje que hace falta para que la sociedad funcione. Es decir, una vuelta de tuerca a la utopía de todas las utopías, aquella que escribió en su día el también libertario Adolf Huxley. Con Un Mundo Feliz, describió a los seres humanos como embriones preselccionados y dispuestos para cumplir una función especializada en la sociedad, a cambio de una ignorante felicidad.

Todo esto nos desvía del tema principal del artículo de hoy, que no es otro que la kafkiana organización de la inspección educativa en el País Valenciano, el de los presidentes imputados, el de los apellidos y nombres con C de corrupción (Costa, Camps, Carlos Fabra, etcétera). Y es que en los últimos meses, cientos de directores de colegios o institutos valencianos que esperaban ser renovados en su cargo han visto como aplacables inspecciones han puesto en peligro no sólo su situación futura, sino la de los centros públicos a los que pertenecen, que parecen afrontar el verano sin nadie que los comande, a la deriva.

Es el caso del director del IES Eduardo Palop, de Enguera, Virgilio Perona. Tras veinte años ejerciendo el cargo, con numerosas medallas a su labor en la integración de inmigrantes y la acogida de nuevas tecnologías y el apoyo tanto de los padres de los alumnos y las alumnas como del profesorado, un informe acusándole de delitos menores (unas obras que se excedieron en 27 metros cuadrados, en las tierras por excelencia del pelotazo urbanístico) parece poner en tela de juicio su continuidad. Fuertes sospechan levantan sus desavenencias –principalmente ideológicas- con el alcalde de la localidad, el popular Santiago Arévalo; o los reiterados intentos de la exconcejala de cultura de Enguera, también profesora, por destronar a Perona.

No es el único caso, como ya se ha dicho. José Luis Santiago recibió idéntico expediente, incoado por el hecho de colocar boca abajo la imagen del conseller de educación, conocido popularmente como Alexander Fountain of Blackberry por su empeño en la impartición de Epc en inglés. Por su parte, la institución de la inspección educativa, con la fuerte responsabilidad de evaluar la gestión de los centros y facilitar el correcto funcionamiento del sistema, recibe también sus críticas. Desde que con la llegada del Partido Popular al poder de la Comunidad, se depurarán cientos de inspectores aprovechando un cambio de ley, los sindicatos educativos denuncian malas prácticas en la elección de las plazas que, en lugar de ser mediante concurso-oposición, son más bien a dedo.

Al parecer, la inspección educativa es el Gran Hermano del Consell valenciano, utilizado para controlar ideológicamente a los centros educativos y fomentar la unidireccionalidad de pensamiento, como bien pronosticaría Orwell. Las depuraciones de directores se suceden y nada parece poder detener a un consejero aferrado con uñas y dientes a su cargo, ni siquiera la más multitudinaria marea amarilla.

miércoles, 27 de mayo de 2009

El desencanto hacia los gobernantes


No es extraño –sobre todo en estos días de vuelta a las campañas para las elecciones electorales- escuchar diferentes mensajes procedentes de los canales institucionalizados, cohesionados en torno a una crítica de la actual desavenencia que la juventud española siente por la política. Y es cierto. De manera omnipotente escuchamos a amigos y familiares eludir la palabra política y, cuando aludes el tema, no dudan en silenciarte tachándolo de “aburrido” y “no interesante”.

¿Quién es el culpable de esta situación? ¿A qué se debe esa lejanía entre los gobernantes y los ciudadanos? Teniendo en cuenta que, en su sentido etimológico, política significa forma de organización social, es lógico que ninguno de nosotros o nosotras puede escapar de ella, en tanto en cuanto vivamos en la sociedad. Con lo que el desencanto es más bien hacia esa institucionalización de la política, copada por una pequeña minoría ilustrada que la actual teocracia democrática capitalista considera que necesitamos para que las masas no nos volvamos “descarriadas”, ya que somos incontrolables, dicen.

La actual situación de dominación política es casi tiránica, porque las clases gobernantes se encuentran en la cúspide de la pirámide imaginaria del poder, desde donde emiten continuos mensajes unidireccionales, sin esperar repuesta. Por lo tanto, no se le puede llamar comunicación a lo que establecen con la ciudadanía, ya que a ésta se le niega su capacidad de decisión, y tan sólo se recurre a una porción de ella al demandar un puñado de votos cada cuatro años, con lo que se supone queda legitimado todo el trabajo y las medidas que propongan las clases altas gobernaticias. Así, legitimamos su corrupción, sus gastos privados con dinero público, la propaganda incendiaria durante campaña y las escasas medidas que realmente benefician al pueblo.

Si comunicar es “producir comunidad”, los políticos y las políticas debería aprender a escuchar, a no dejarse embaucar por los maletines de cohecho a diario llaman a las puertas de sus despachos. Y es ahí donde el actual modelo supuestamente democrático falla. ¿Qué persona con semejante poder no se dejaría vender por un fajo de billetes de 500 euros? Mientras el sistema democrático no sea horizontal, y las clases gobernantes seamos los ciudadanos y ciudadanas de a pie, organizados en estructuras de acceso universal e igual capacidad decisoria, seguiremos legitimando y normalizando las graves tropelías que desde el poder día a día se cometen.

Poder y avaricia van de la mano. Y ésta primera palabra representa lo peor de la condición humana. El ego elevado a la máxima potencia, el sentimiento de divinidad más cerca de nunca, la capacidad de destruir a tus enemigos con tan sólo apretar un botón. Tenía razón Elisée Reclus cuando dijo que la ausencia de gobierno, la anarquía, es la más alta expresión del orden. Entendemos por orden la condición natural del ser humano, guiada por los principios de la ética civilizada y no sometida a unas normas estrictas que acaban limitándonos, convirtiéndonos en ese ser plano, robotizado y con escaso margen de maniobra, que Marcuse llama "hombre unidimensional"

miércoles, 20 de mayo de 2009

Tecnocratismo boloniano


Los más patrióticos seres españoles y aquellas y aquellos que todavía hoy añoren la caspa franquista de los años 60, oirán en la palabra tecnócrata un sonido de crecimiento económico y aumento del nivel de vida. Un momento en el que el régimen pareció abrirse en libertades. Nada más lejos de la realidad. Es cierto que hubo crecimiento, pero el autoritarismo siguió campeando a sus anchas por la península hasta la gloriosa muerte del dictador.

Más adelante, el tecnocratismo –regido por el principio de la efectividad- impregnó todos y cada uno de los rincones de la vida económica de la inaugurada sociedad de consumo, sintonizando a la perfección con las aspiraciones del capitalismo de mercado y, aún a día de hoy, continua ese auge tecnocrático en todos los niveles de la vida. Un claro ejemplo es el caso de los nuevos planes para la enseñanza universitaria. Al parecer, aquellos que controlan los mandos de la economía han decidido que la producción universitaria era ineficiente; que no se trabajaba lo suficiente que las universitarias y universitarios sólo perdían el tiempo, estudiando, sí, pero ¿pensando?

La sociedad es, a día de hoy, gobernada por criterios técnicos, porque son ellos los que nos permiten ser eficaces. Y ¿quién no quiere ser eficaz? Ello supone utilizar pocos recursos y conseguir un objetivo satisfactorio. La teoría, así, es condenada al ostracismo. Lo importante es pensar las cosas el menor tiempo posible, porque “el tiempo es oro”, y, en esta sociedad de las prisas continuadas, un segundo perdido es un segundo desperdiciado, muerto. Por todo ello, carreras como filosofía, filología o historia están destinadas a desaparecer de la faz universitaria. Licenciaturas en las que los estudiantes se dedican a pensar, a reflexionar sobre el pasado y sobre las diferentes formas de entender la vida. La pregunta que parecen haberse hecho los tecnócratas es ¿para qué?

¿Para qué? La finalidad, la productividad, de nuevo, una vez más. Con la eliminación progresiva de la filosofía –ciencia de ciencias, disciplina de disciplinas, saber de saberes-, la humanidad parece estar condenada a su eterno fracaso, en términos morales. Una sociedad que no se detiene a pensar un solo minuto, sino que, es más, considera que reflexionar acerca de su propia vida, el no hacer nada, es “perder el tiempo”, no es una sociedad democrática, ni mucho menos. El Estado quiere cuerpos de dóciles esclavos y lo cierto es que lo está consiguiendo, priorizando la práctica y condenando la reflexión crítica hacia el infinito.

¿Qué hacer ante esta situación de apariencia catastrófica? No dejarnos engañar. Luchar por el hecho de que las Humanidades no desaparezcan de los planes, porque lo cierto es que lo están haciendo, y cada vez más nos obligan a desplazarnos hacia disciplinas orientadas al mercado: las que venden realmente. Cabe cambiar la pregunta ¿para qué? por un ¿por qué? Y ese porque no puede responderlo otro por nosotros, porque debe ser nuestra decisión. La precariedad en los campos que atañen a las humanidades es cada vez mayor, y con ello, el tecnocratismo se ve reforzado continuamente. Un criterio uniformador de conciencias y obediencias que no hace más que reforzar la idea de que existen elementos fascistas presentes en toda sociedad democrática, como ya reflexionaron en su día los investigadores de la Escuela de Frankfut.