miércoles, 30 de septiembre de 2009

Hagamos cifras


Como hace poco que se han aprobado los Presupuestos Generales del Estado, con más o menos la misma bronca superficial de todos los años, cabe hacer balance. Las cuentas del Estado son el trámite por el que todo gobierno, si pasa indemne, no es quemado en la hoguera. Un trámite de oro en el que cabe pactar con el diablo si hace falta para sacarlos adelante sin que la oposición se mosquee demasiado. Y es que es mucha la responsabilidad del Parlamento en este asunto, estamos hablando del dinero de los españoles. Millones y millones de euros que todos queremos que vayan a buen puerto. Es lo que tiene delegar nuestros precarios sueldos en unos cuantos que se dicen expertos, pero que barren siempre para su propio tejado.

De entre todos los ministerios, el de Interior es que sale, sin duda mejor parado. Con más de 8.000 euros en el bolsillo, el Ejecutio trata de impostarse como sea la victoria sagrada del triunfo sobre ETA, que serviría, sin duda alguna, para lograr un triunfo casi asegurado en las próximas elecciones. También se hace necesario coordinar unas extensas fuerzas de seguridad y supuesta inteligencia. Pagar las cenas y los caprichos de algunos directivos manirrotos del CNI (Centro Nacional de Inteligencia) es lo que tiene. Espiar a otros países y llevar a cabo auténticas persecuciones contra el asociacionismo y algunas agrupaciones políticas, sin embargo, parece no tener precio. Como diría aquel, Todo sea por la patria. Un pueblo seguro es un pueblo acrítico, de eso no cabe duda.

A Interior le sigue otro Ministerio vinculado con la seguridad y las armas. ¿Por qué será? Defensa recibe más de 7.600 millones de euros que sirven para que nuestro preparado ejército dé la talla en los combates internacionales (justificados o no). En Afganistán, Kosovo y otros países en conflicto ya se frotan las manos por esta aportación, igual que Carme Chacón, que sigue con un sueldo irrenunciable. Contrasta, sin embargo, el presupuesto para Defensa con el de, por ejemplo, Educación, ese tema que tanto parece preocupar (a veces) a la opinión pública española, pero que sigue siendo todavía uno de los más precarios y peor preparados. La historia dice que sólo hubo una vez en la historia en la que el presupuesto de Educación superaba al del Ejército: durante la II República Española. Y expertos internacionales avalan aquel método como uno de los mejores. Poco dinero recibe también, en comparación con el destinado a Interior y Defensa, el Medio Ambiente, pese a la aparente “gran preocupación” del Gobierno Central. O Igualdad, que recibe tan sólo 77 millones de euros, el Ministerio con menos, demostrando con ello que es tan sólo un departamento supeficial, propagandístico y con escaso margen de actuación.

La buena noticia de este año es que Su Majestad ha congelado el sueldo de la Casa Real. Ahora “sólo” cobran 9 millones de las arcas de los españoles. Todo un ajuste del cinturón (que no se han bajado el sueldo, no) que les hará saber un poco más como convive el español medio en el día a día. Lo mismo ocurre con Zapatero, que tampoco se ha bajado el sueldo pese a esa austeridad que promulga en cada uno de sus discursos. Su sueldo: 92 mil millones de euros anuales, que explican bastante bien por qué gusta tanto el poder. Frente a ellos, otro español ha optado por subirse el sueldo en la escudería menos austera. Alonso cobrará 25 millones en Ferrari. Aunque, se me olvidaba, este tipo ni siquiera cotiza en España, porque posee un paraíso fiscal suizo. La austeridad es una solución, pero no parece ser la principal prioridad real del actual Gobierno. Hagamos cifras, pensemos con la cabeza y pidamos que los poderosos se bajen de una vez el sueldo para alimentar a los parados. Solidaridad es la cuestión.

jueves, 24 de septiembre de 2009

La Dipu te Educa


Otra vez la educación se ha situado recientemente en el punto de mira principal de la opinión pública. Objeto eterno de debate, parece como si continuamente se den palos de ciegos que no conducen a nada. La última propuesta: convertir a los profesores en autoridades educativas, al mismo tiempo que, desde varios círculos políticos, se defiende un aumento de la autoridad misma en las aulas. ¿Qué es esto de que los alumnos tengan tanta libertad? Según algunos, hay que volver a los “viejos métodos”, los de la consigna del “a dios rogando y con el mazo dando”. ¿Qué Fulano no ha hecho hoy los deberes? Pues se le castiga: veinte flexiones y un paseo desnudo por el pasillo. Los que estamos inmersos todavía en la realidad de la educación, sin embargo, vemos que esa no es la solución, porque estamos hablando de personas, no de máquinas o perros que hay que dominar. A diferencia de ellos, a nosotros nos cuesta permanecer encerrados tantas horas en un mismo sitio, sobre todo hasta cierta edad.

Además, algunos políticos confunden la demanda de autoridad con una actuación que trata de mezclar cada vez más educación y política. Me explico. Ahora más que nunca las inauguraciones de colegios son vistas como cartillas con una infinidad de puntos a favor para el gobernante de turno que los inaugure. Se organizan maratones entre las autoridades políticas en las que se compite por ver quién es capaz de abrir más centros educativos. Sean públicos, privados o tristes barracones donde te asas en verano y te hielas en invierno (de los que en el País Valenciano somos líderes indiscutibles). Hace unos días, en el intento de Alfonso Rus por lavar su imagen en una ciudad que ha dejado algo descuidada desde que es Presi de la Dipu, sobre todo en materia educativa (donde además perdió algunos puntos por aquello de llamar gilipollas a algunos profesores), inauguraba dos colegios, después de 14 años sin hacerlo. ¿Coincidencia?

Al evento acudió también Font de Mora, aprovechando la misma agua utilizada por Rus para lavarse también. El conseller de Educación no es tampoco precisamente bien recibido por estos lares, sobre todo en Enguera, donde fue capaz de deponer al director de su colegio público, el CEIP Eduardo López Palop, tras veinte años de mandato premiado e incuestionable, en favor de la hija de un concejal del PP de Bicorp, que además no cuenta con los requisitos mínimos para convertirse en directora (tan sólo ha ejercido como docente 13 meses). Y no es el único caso, lo que nos lleva a preguntarnos si quizás los de arriba no confunden demasiado a menudo autoridad con autoritarismo político. Un gesto dictatorial supone también, desde algunos puntos de vista, la imposición del uniforme (palabra que viene de uniformidad, hay que recordar) en los colegios públicos de la Comunitat. Personalmente, me dan miedo unos centros donde los profesores sean autoridades y los niños vayan uniformados al trabajo… ¡Ah no, perdón! ¡Que van a escuela! Casi se me olvidaba.

jueves, 3 de septiembre de 2009

El turismo de la basura

Recomiendo ver Tierra. Un documental sobre cómo el calentamiento global está afectando al planeta, condenándolo a un destino ruinoso, marcado por el deshielo, la extinción de animales y la escasez de agua. Fuera de esa religión en que parece haberse convertido la lucha contra el cambio climático, las bellas imágenes de la naturaleza en su perfecto esplendor hicieron mover muchas cosas en mi mente. Sobre todo, una: me di cuenta de la gran suerte que supone vivir en un pueblo, donde la mano del hombre aún no ha podido quebrantar del todo ese orden natural, se respira el aire puro y pasear no es un acto de cinismo, empañado por el humo de los coches o la contaminación acústica y visual que hay en las ciudades.
Sobre todo ahora, en verano, la gente se suele sentir agradecida con los pueblos pequeños. Anna, por ejemplo, acoge a decenas de visitantes que contribuyen además a las arcas municipales. Ahora bien, muchos de ellos aportan más bien poco. Basta con acercarse a ese inmejorable entorno natural que es el gorgo de la Escalera para comprobar cuán guarro puede llegar a ser ese ser desconocido llamado turista. Como si dijeran: “Sí, os estoy muy agradecido por la tranquilidad que se respira en vuestro pueblo, pero voy a llevaros la mierda –con perdón-“. Eso mismo nos quieren traer también muchos políticos –de signo indistinto- que, mirando hacia otro lado, se han sacado de la manga un vertedero de dimensiones similares a los botellones universitarios. La diferencia es que la basura no se la llevan al día siguiente. Miles de personas nos hemos opuesto, pero entre basura y democracia no hay elección. En Londres ya pagan a los países africanos porque se lleven contenedores repletos de desperdicios. Aquí se repite esa lógica: el culo del mundo –nunca mejor dicho- viene a ser el váter donde evacuan las zonas donde se acumulan las mayores riquezas. El turismo de sol y playa gana al rural y por eso nos comemos la basura de Gandia. Simple.
Pero no todo son desgracias. Teniendo en cuenta lo guarros que son algunos turistas, quizás se instaure en nuestros municipios un nuevo tipo de turismo: el de la basura. Nada como un recorrido por la planta de residuos como para fomentar el desarrollo de nuestras poblaciones, ahogadas también por los escasos ingresos –cada vez menores- que reciben los ayuntamientos. La serranía, nuestro bien más preciado, arrasada por el ansia de producir desperdicios del ser humano, en forma masiva. A tiempo estamos todos de pararlo, sobre todo con el empuje de los más jóvenes, para desmentir aquella frase de Miguel Hernández, que se preguntaba dónde estaba la juventud y respondía: en el ataúd. Salgamos pues de ese ataúd y defendamos la Tierra, tanto del calentamiento global como del enfriamiento de las conciencias, causado por el ansia de dinero fácil que tienen algunos.