lunes, 31 de marzo de 2008

Por una Escuela Moderna

Resulta increíble que frente a los enojosos resultados que del sistema educativo español lanzó el informe PISA, el señor Mariano Rajoy proponga una educación basada en la mano dura que a tantos niños afectó durante el franquismo, fomentando actitudes tan sórdidas como el machismo, la culpa perpetua o el odio, que aún hoy se siguen arrastrando. Sin embargo, es lógico que el actual modelo tampoco es el mejor. ¿Cuál es la solución? Cabe citar al respecto unas palabras del visionario y libertario Francisco Ferrer, que fundó la primera Escuela Moderna en Barcelona en el año 1901: “La educación de un hombre no consiste meramente en adiestrar su inteligencia, dejando a un lado su corazón y su voluntad. El hombre, a pesar de la variedad de sus funciones, forma un todo. Presenta varias facetas, pero en el fondo es una energía única que discierne, ama y ejerce su voluntad”. Este filósofo anarquista promulgó una escuela mucho más igualitaria y avanzada a la que a día de hoy, un siglo más tarde, domina el enseñamiento de los niños y niñas del mundo. Proyectó establecer un plan de estudios basado en las ciencias naturales y en un racionalismo moral, en el que los alumnos recibían una instrucción científica, pero se eliminaban las notas, los exámenes, los premios y en general todo rasgo de competitividad, de coacción o de humillación. En una época en que en los colegios religiosos se obligaba a los alumnos a ponerse de rodillas como penitentes para recibir un castigo físico, la Escuela Moderna advertía a los maestros que debían abstenerse de infligir castigos a sus alumnos. La enseñanza se basaba exclusivamente en la libre voluntad espontánea de los estudiantes para adquirir conocimientos y en la adecuación del ritmo de este aprendizaje a la propia marcha de los alumnos. El propósito de la escuela era fomentar en ellos una rigurosa hostilidad hacia el prejuicio, para así desarrollar inteligencias sólidas, capaces de formarse unas convicciones propias y razonadas respecto a cualquier materia. Una de las tareas más importantes de la Escuela Moderna, recalcaba Ferrer, consistía en reforzar esta unidad y desterrar las creencias que postulaban la dualidad de caracteres en el ser humano: uno que aprecia la verdad y el bien, y otro que ambiciona el mal. La escuela misma debía ser

un microcosmos que integrara los diferentes aspectos y personalidades del mundo real. Si España se considera un país tan democrático y avanzado, necesita hombre y mujeres adaptados a ese sistema y, por tanto, una Escuela Moderna que los forme por y para la libertad, a través del conocimiento.

domingo, 16 de marzo de 2008

Justicia Ciega

Una vez más, la justicia se ha puesto de parte de los poderosos, incumpliendo su supuesta parcialidad, y ha terminado por arrollar las esperanzas de los vecinos que intentaban salvar sus casas en la plataforma Salvem el Cabanyal. Como ya ocurrió hace unos años con la zona de La Punta, el emblemático barrio valenciano del Cabanyal será destruido para una ampliación del puerto. Los valencianos, que dieron su voto a esa destructora medioambiental llamada Rita Barberá, verán compensadas sus ansias de ver a su ciudad como la más bella del mundo, aunque sólo sea en apariencia.

De poco importa el título que se ganó el barrió como patrimonio cultural e histórico; los jueces -casi todos conservadores- del tribunal supremo han desestimado esa apreciación, y dan un nuevo paso atrás para la destrucción social que el capitalismo promueve. No importa el interior, las gentes que se irán a la calle, perdiendo la casa en la que siempre han vivido; sino lo bonita que puede quedar una determinada zona para atraer el turismo. Despiadado como nadie, el estado les arranca lo que con tanto esfuerzo han intentado llevar hacia delante, a pesar de las medidas del Ayuntamiento, según las cuales los vecinos del Cabanyal no podían efectuar obras para remodelar sus casas. Si alguien tiene la culpa del deterioro del barrio, esa es Rita Barberá, y nadie más. Como ocurrió con el elitista hotel que instalaron las Koplovitch bien cerca –inicialmente destinado a la construcción de una piscina municipal- o el incendio de la casa okupa La Pilona, nada han podido hacer los vecinos para salvar su dignidad, sus derechos y sus casas. Tampoco ha contribuido mucho la oposición, pues no está del todo claro que quede bien ante sus electores apoyar el mantenimiento de un barrio marginal, sobre todo en un PSOE y una Izquierda Unida masacrados interiormente.

Quizás, tan ignorantemente, los peperos valencianos piensen que les hacen un favor a las familias que viven en el barrio, pero en lugar de lamentarse por su pobreza habría que preguntarse cómo han llegando a esa situación, el por qué de una pobreza que sacude cada metro de la capital valenciana, pese a que muchos intenten negarlo. Tampoco contribuyó mucho al movimiento de los vecinos el reportaje de Callejeros dedicado a la zona histórica, sólo empeñado en mostrar la parte más freak del vecindario.

El Cabanyal tiene fecha de caducidad, pero el espíritu debe seguir vivo. Alguien debe oponerse a las manipulaciones con las que día a día nos embelesan los políticos y los medios de comunicación: muy cautivadores en el cara a cara pero despiadados a nuestras espaldas. Salvemos nuestra dignidad, salvemos nuestros cerebros.

lunes, 10 de marzo de 2008

Áspera amargura

La noche del domingo 9 de marzo no fue especialmente feliz para mí. Pese a la derrota tan esperada de Rajoy en las elecciones, las mismas supusieron todo un deterioro del sistema democrático español, que sigue desde su instauración. Como siempre, el capitalismo tiende a masificarlo todo y a despreciar a las minorías: ya sean los inmigrantes, los mendigos o los nacionalistas, y se queda tan sólo con lo esencial, eliminando lo que puede ser dañino para su desarrollo. Desde que el PP comenzó con su crispación hasta los dos debates robóticas entre los líderes de “los principales partidos políticos”, pasando por la demanda del “voto útil” por parte de Zapatero. Todo ha contribuido a que esa noche del 9 de marzo yo y otros muchos críticos con el sistema nos fuéramos a dormir con una sensación desesperanzadora y áspera. Una especie de sabor amargo que sólo ocho horas de sueño pueden remediar.

El resumen de las elecciones está claro: triunfa el bipartidismo que tanto los medios de comunicación como los propios partidos “mayoritarios” han promulgado, excluyendo y dejando fuera de juego a la izquierda real española. Poco a poco, el sistema nos engulle porque no le interesamos y, al final, todo desembocará en un modelo semejante al norteamericano: una campaña circense en la que lo de menos es el programa electoral que resulte elegido. Lo importante en campaña es besar a niños, ancianos y enfermos, fotografiarse junto a ellos y espolear al candidato rival. Las medidas son lo de menos y nada importan realmente asuntos como el cambio climático o la corrupción, porque realmente el gobierno se lava las manos con esas cosas. Izquierda Unida fue la gran derrotada, junto a los mal llamados “partidos extremistas nacionalistas”, que al menos combaten por una causa común, despreciados por todos esos periodistas que se dan de eruditos pero que no han examinado la historia con el punto de vista que requiere.

Mientras tanto, la Comunidad Valenciana se revalida como el feudo facha español por excelencia y da la victoria a esos señores mayores con tan buen aspecto, que contrasta con la pobreza de tantos barrios valencianos, cercanos por cierto a su Ciudad de las Artes y a ese destructor medioambiental e innecesario circuito de Fórmula Uno. Mientras tanto, la sanidad sigue empeorando, junto con la corrupción y la manipulación informativa y sólo dos partidos tienen sitio en el Congreso de los Diputados. ¿Es esa pluralidad que requiere la democracia y con la que tanto han pregonado los socialistas? ¿Realmente es democrática esta tendencia al bipartidismo tan agresiva? Todo empeorará, por lo tanto, en los próximos cuatro años: tanto la crispación popular, como la especulación urbanística y la contaminación atmosférica. España seguirá creciendo junto con esa Europa vedada, opositada con el aumento de la pobreza africana, y ni hablar de una modificación de la ley de Partidos. Con el sistema electoral actual, una parte de los votos destinados a los partidos minoritarios recae en los grandes, con lo que a los primeros les resulta casi imposible crecer en número de escaños. Eso es lo primero que se debería de replantear Zapatero si realmente cree en la democracia.

jueves, 6 de marzo de 2008

Felicidades

Cuando nada valía nada y todos nosotros nos encontrábamos muertos de asco, buscando ese algo que a la vida le faltaba, apareció, como la estela resplandeciente del Sol al amanecer, como la llegada ansiada de la primavera en los primeros meses del año. Malos Humos fue como acordamos llamarnos, sin discusiones. Quizá será por lo único que no lo hemos hecho, con toda la normalidad que eso supone en un grupo de personas.
Desde aquellos inicios, en los que comenzamos alcanzando la tierra del rock, nuestras historias se han construido en blanco y negro, y nuestras vidas han cambiado radicalmente. Comprendimos que ese algo que nos faltaba era tocar en un grupo, en el
que hemos encontrado una piña. Ensayo tras ensayo, los decibelios nos han salpicado de buenos momentos, también de noches de pena; pero lo que está claro es que hemos aprendido cosas, nos hemos curtido y todo ello nos ha servido para olvidarnos de los marrones y los problemas que las circunstancias siembran en cada una de nuestras vidas.
Nos hemos hecho más vividores, al salir de la cárcel en la que nos hallábamos encerrados. Siempre rodeados de colegas, a los que damos todo nuestro agradecimiento por llenar el ambiente de marihuana (que alguien la legalize) y de cerveza, que nunca nos han faltado.
En un principio, el punk parecía un género con el que comenzar, por su sencillez; pero poco a poco nos ha ido cautivando (sobre todo al que escribe) hasta ocupar buena parte de nuestros corazones. Él es el que más nos transmite a todos, la gasolina que día a día nos empuja a seguir hacia delante y que, en épocas oscuras, nos ilumina y nos motiva para continuar trabajando en nuestro proyecto común. Por eso, nuestra primera canción trató de denunciar las víctimas del poder que este maldito país y sistema siembran día tras día, desde aquella nostálgica República que el franquismo nos quitó. Por todo ello, nos reafirmamos en nuestra condición anárquica y libertaria por naturaleza.
Muchas anécdotas nos han acompañado, como la proclamación de Petit como reina de la noche (lo siento, tenía que meter esa canción), pero sobre todo, nuestros ideales se mantienen intactos y ningún capital los borrará: reafirmamos nuestro derecho a dar la vara, nuestro amor al vicio y nuestro rechazo a ni Dios, ni amo; aunque ese dios sea el mismísimo Jesucristo García. Más recientemente, nos oponemos a esos terroríficos campos de golf con Pelotaris World, en lo que es nuestro granito de arena para intentar que Anna no se convierta en una Tierra Quemada, ni en ningún campo de exterminio. Porque no queremos participar en esa destrucción medioambiental, generada desde el asentamiento del capitalismo al que a día de hoy el mundo vive tan absolutamente sometido, con independencia de los partidos políticos que gobiernen.
En fin, han pasado ya tres años desde aquellos primeros ensayos, quien lo diría; desde aquel concierto en Enguera que parecía que iba a cambiar nuestra vida. La verdad es que lo hizo, nada volvió a ser igual desde entonces. Recuerdos inolvidables son los únicos que recuerdo de Malos Humos, como aquella vez en la que una botella de champán se derramó sobre Pere. Sí que es cierto que podríamos hacer más por mantener esta piña, que últimamente (por novias, curros, ciudades de por medio o simplemente porque nos hacemos mayores) parece estar en declive. Es verdad que cada vez ensayamos menos, no hemos salido mucho a tocar y no nos ponemos de acuerdo para acabar la dichosa maqueta (cualquier día prometemos terminarla), por ello la autocrítica es la mejor forma para mejorar y no disolver esa amistad que nos une, aunque cada vez noto que somos más fríos entre nosotros. Espero que quedemos más, que nos tomemos más cervezas y escuchemos más veces la del FIFA, porque si algo tengo claro es que no quiero dejar de ser un malhumero. Así, alejemos ese olor a muerte del que muchos piensan que esta impregnado el grupo y limitémonos a tocar, porque es lo que nos hace más fuertes.
Para acabar, sólo reafirmar nuestra intención de no parar de molestar, de practicar sexo en la calle más periódicamente y hacer lo posible para aliviar las secuelas de esta Mierda de Vida. No sé que tienes, Malos Humos, pero desde que te ví no puedo olvidarte.
Gracias por todo.