miércoles, 25 de febrero de 2009

Poco pan y pésimo circo


Históricamente y, sobre todo, desde la llegada al trono del capitalismo como forma de organización socio-política, las crisis económicas han servido como pie para cambios estructurales o coyunturales, respiros y desahogos que supusieron una nueva etapa necesaria. También es cierto, que es en esos momentos, cuando todas las instituciones parecen funcionar inadecuadamente, y cuando surgen a flote los agujeros más acuciantes de la actual “democracia”.

Colapso del sistema de justicia, difíciles relaciones con los bancos y las empresas que no quieren prescindir de beneficios, paro abundante, crisis políticas y corrupción, mucha corrupción. Toda la mierda sale a flote en medio de una debacle, poniendo totalmente en jaque a la clase política, que debe hacer todo lo que tenga en su mano para tapar los agujeros creados por sus propias ansias de ambición.

Es el caso de Valencia. ¿Quién no sospechaba de la gran trama de corrupción que el presidente Camps y todo su equipo de Gobierno –Consell y Diputaciones incluidos- tenían montado en el País Valenciano? Es cierto, sus votantes del PP, es posible. Incluso seguramente todavía prefieran vendar sus ojos, culpar a los diarios izquierdosos y a una oscura red conspiranoica (como tanto nos tienen acostumbrados y acostumbradas) de todos los trapos sucios que a diario alumbran a la vida pública. Es debido esto al hecho de que la obligatoria alitanoreidad que el sistema obliga a los y las ciudadanas y ciudadanos, impide una visión y crítica objetiva de la clase política, impidiendo que la democracia se desarrolle de forma factible. Pero ese es otro asunto.

El caso es que, tanto la Copa America como la Fórmula Uno, como los trajes de Camps, como una larga lista de etcéteras, fueron eventos urdidos bajo mano, a empresas amigas del gobierno, y con extorsiones y sobornos de por medio. Caso aparte merece el presidente Fabra, que, sin descaro, presumía ayer de la cantidad de enchufes nepóticos que ha conseguido colocar en diversos Ayuntamientos a lo largo de todo el País Valenciano. Bravo por él, un nuevo triunfo político de este “personaje honorable”, como lo calificó Mariano Rajoy. Lo más escandaloso es la falta de autocrítica dentro del Partido Popular, una nueva comprobación de que la división bipartidista e ideológica de la sociedad no contribuye en nada al buen funcionamiento de la misma, porque tanto unos como otros se ganan el pan tratando de tapar los agujeros que compañeros y compañeros producen, para no verse afectados por la crisis del partido. Todo una gran mentira, como ven. Por eso, como los emperadores romanos, nuestros políticos valencianos, aunque se niegan a dar explicaciones sobre la trama, contratan millonarios conciertos a cadenas subvencionadas por monopólicas cadenas de televisión para tener contentos a miles de jóvenes, entusiasmados ante la asistencia a un evento gratuito, como lo fue ayer el concierto de Franz Ferdinand, Mando Diao y compañía, en la ciudad de las artes y la ciencias. Como ven, ante el poco pan que cada vez tenemos para llevarnos a la boca –a lo que han contribuido con sus embolses millonarios-, nos ofrecen el circo, para que callemos, para que no nos podamos quejar.

Pero lo cierto es que cada vez se escuchan más por la calle opiniones de repulsa. Es ahora también, al ser los problemas visibles para la mayoría de la gente, cuando se crea un clima de incertidumbre y crítica alrededor de la funcionalidad de la clase política en la sociedad. ¿Realmente es necesario que seamos gobernados? ¿Cómo podemos aguantar a los políticos y las políticas, esos entes que nos han arrastrado hacia la situación actual y que, además, aceptan los escándalos ilegales como algo normal?

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