lunes, 31 de mayo de 2010

T.D.T. = Teleapología Digital del Totalitarismo



Hay noches en las que, por determinadas circunstancias, uno no tiene otro remedio que quedarse pegado al televisor. Invadido por el tedio de un día agotador y con una cabeza soñolienta posada infranqueable encima de las rodillas, esta es una de esas veces en las que el alma no obedece las instrucciones de la mente, y prefiere hacer yacer al cuerpo en su calmado reposo. La fuerza irradiante de la pantalla catódica resulta idónea, por otra parte, contribuyendo a ese estado de adormilamiento cerebral.

Pues bien, fue entonces, más concretamente el viernes por la noche, cuando descubrí el estercolero en el que se ha convertido la llamada Televisión Digital Terrestre; al menos, para los que tenemos la desgracia de vivir en el País Valenciano. Y es que, he de confesar, el casero al que religiosamente le pago el alquiler de mi piso todavía no ha tenido el gusto de arrimarse por él para instalarme el aparatito en cuestión –tampoco es que lo eche en falta-. Por eso, tiene que ocurrir la circunstancia de visitar otro hogar diferente para “ponerme al día” sobre cómo está el asunto.

Lo que descubrí fue, repito, que la televisión se ha convertido en el gran macrovertedero de la caverna mediática española. El hecho de que fuera la Generalitat Valenciana quien adjudicara los canales de TDT pronto terminó por pasarnos factura. Popular TV, Intereconomía, Las Provincias TV, Sí Radio... Decenas de cadenas semifascistas han terminado por imponerse en el escenario televisivo, tendiendo los tentáculos de la cultura fachoide a la sociedad valenciana –ya bastante perjudicada de base-. Sin a penas presupuesto, estos canales se debaten entre cutres tertulias políticas con escaso fundamento documental e informativos manipulados con nulo rigor constructivo. Si Goeebles levantara la cabeza, se llevaría el mayor de los goces terrenales, al comprobar como su teoría de la propaganda nazi ha logrado calar hasta en las sociedades democráticas.

Salto de un presentador argentino que despotrica sin ton ni son contra los sindicatos, haciendo apología de la desgracia. Porque esta gente es así: cuánto peor esté España con gobierno “socialista”, mejor para ellos. Efectuar el mercadeo político con el sufrimiento de las familias a base de un populismo consistente en exagerar todo lo malo “cuánto más mejor” es una de las tónicas dominantes en este tipo de basura programada. Son las desgracias que los mismos conglomerados mediáticos prefieren obviar cuando la derecha está en el gobierno.

La razón es sencilla. Uno podría pensar: ¿de dónde salen tantas cucarachas de extrema derecha? ¿Quién paga el sueldo de tantos pseudofranquistas en potencia? Está claro: empresas afines a toda suerte de directivos populares, que abarcan la completa gama de tonos azulados. Cuando gobierna el PSOE, a las empresas no les va mal. Pero podría irles mejor. Los empresarios y sus organizaciones bien lo saben: no hay nada como una política neoliberal y conservadora como para conseguir maximizar sus beneficios. El objetivo entonces es claro: machacar como sea a la izquierda, aunque sea cargándose toda suerte de deontología periodística.

Y es que si a estos canales les sumamos los que ya teníamos, en analógico, el panorama es desolador. Telecinco, Antena 3, Canal 9, Telemadrid... Lo extraño, teniendo en cuenta tanta propaganda derechista en televisión, es cómo el Partido Popular puede seguir en la oposición (o quizás sea un dato que diga muy poco del poder de influencia de estas cadenas). Sea como sea, lo cierto es que cada vez nos alejamos más de lo que debería ser una televisión de calidad. La pública se halla en claro retroceso, viendo peligrar la oferta de contenidos, mientras las privadas se depredan unas a otras en grandes conglomerados mediáticos. Con la llegada de lo digital, la calidad ha disminuido, y la mierda –con perdón- está ahora más dispersa. No es de extrañar, por lo tanto, que, frente a la dictadura de la televisión, que nos condena a ver lo que unos directivos prefijan en sus programaciones diarias, cada vez gane más terreno la red como plataforma audiovisual por excelencia. Si esto continúa así, la televisión habrá desaparecido en una década.

En la pantalla, un supuesto moderador con aires de grandeza. Su pelo no podría estar más engominado. Verdaderamente, parece un descendiente directo de José Antonio Primo de Rivera. Le acompañan un periodista progresista y cinco conservadorxs. El primero está totalmente perdido, asfixiado por las pullas de sus compañerxs y el silencio cómplice del presentador, que no amaga su ideología ofreciendo turnos de palabra. Zapatero es el culpable de todos los males: desde la bomba de Hiroshima hasta la erupción del volcán islandés. El caso Gürtel, como el 11-M, toda una invención propiciada por la coalición entre el gobierno y la policía nacional. Atacado por profundas carcajadas ante el espectáculo que ven mis ojos, apago el televisor. Definitivamente, El gato al agua, programa de las noches de Intereconomía, cada vez se parece más al Club de la Comedia.

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