La historia puede definirse como la ciencia de la memoria , y las instituciones encargadas de elaborarla, estudiarla, conservarla y perpetuarla son historiadores, Academias, Departamentos y Facultades Universitarias. Sin embargo, en ese laberinto memorístico, todos esos elementos se dan de bruces con el aparato judicial, aquel sobre el que descansa el actual Estado de Derecho. Así, resulta imposible cuantificar el número de víctimas del regimen franquista sin excavar en la tierra que el dictador se empeñó en rellenar.
Cientos de familias, unidas o no en asociaciones por la recuperación de la memoria histórica española, consiguieron al fin un halo de esperazna cuando el juez Garzón emitió en un auto sus objetivos, que al menos cumplían los mínimos exigidos por todos aquellos que todavía conservan la esperanza de dar a sus familiares una sepultura decente. Y es que, por extraño que pueda parecerle a algunos, a nadie le resulta gratificador saber que personas con la misma sangre descansan hacinados en algún lugar recóndito que nadie acierta exactamente en precisar.
Sin embargo, el legislativo se mantiene en sus treces una vez más, prolongando ese espinoso pasillo silencioso que la Transición se empeñó en acuñar, perpetuando treinta años más el que fue el objetivo primordial de Franco durante su angustiosa dictadura. Dicho silencio fue necesario, entendido en un proceso ambiguo en el que ninguna de las partes interventoras estaba dispuesta a ceder, y el peligro de una intervención armada del ejército siempre sobrevolaba en medio de una perpetua tensión política e institucional.
Pero esa afonía total presente en la sociedad es totalmente inadmisible, teniendo en cuenta las reivindicaciones de esas centenares de familias, muchos de los componentes las cuales han fallecido sin conocer el paradero de aquellos que tanto lucharon por encontrar. Alegar en estos momentos, tras setenta y dos años, tempranía en el proceso, o el hecho de que se reabrirán heridas, no son más que intentos por ocultar algo por parte de aquellos que tienen alguna cosa que esconder. Abrir las fosas no reabrirá heridas, sino que cerrará aquellas de los que han vivido en vilo durante tantos años, y podrá al final cicatrizar muchas de las agonías de los familiares de las víctimas, convertidos por ende en víctimas de la dejadez de las administraciones durante años y años.
El debate está abierto, hay un juez dispuesto a eliminar las trabas legales que se puedan presentar ante el caso, y, por tanto no hay que desperdiciar una oportunidad que quizás sea la única. POrque ahora es el momento, porque nunca habrá un consenso total en esta España que sigue dividida, y que continuará así hasta que aquellos que se oponen a romper con las trabas del silencio, y que con ello encadenan a la historia y al conocimiento de la humanidad se decidan a hacer justicia otorgando el derecho de las víctimas a conocer el paradero de sus familiares, caídos por la feroz represión ejercida por un régimen tiránico e ideológico.
jueves, 23 de octubre de 2008
La hora de la memoria
Etiquetas:
España,
Garzón,
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Memoria Histórica,
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2 comentarios:
Muy de acuerdo con destapar la historia. Para mi es necesario e imprescindible para el futuro. Ayer, por ejemplo, vi el Hundimiento, esa peli sobre los ultimos dias de Hitler y me quedao rayao pensando que fue lo que le dijo al diplomático ese que se suicida pa no hablar por si le torturan. no se si se perdió con el o es algo que se ha destapado alguna vez.
Me intriga
Buen blog. saludos!
La historia es mi asignatura pendiente...
La historia condiciona nuestro presente y nuestro futuro, pero hay que saber recuperarla de forma inteligente..
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