miércoles, 17 de noviembre de 2010

Con los intereses por delante

31 millones de euros. Es la cantidad que España vendió en armas a Marruecos, el mismo país que ahora evita condenar pese a que sus gobernantes tienen manchadas las manos de la sangre derramada por decenas saharauis (a falta de conocer la magnitud real del genocidio). Del derramamiento es responsable el gobierno español, no sólo por evitar condenar los hechos, sino sobre todo porque la tutela del pueblo saharaui sigue estando en nuestras manos, a falta de que la inoperante Naciones Unidas dicte una sentencia tras más de treinta años de deliberación sobre la voluntad de emancipación territorial de los saharauis.

¿Qué intereses tiene Marruecos en el Sáhara? Fosfatos, pesca y petróleo. Lo suficiente para que, a través de un brillante aparato de propaganda, la mayor parte de la ciudadanía marroquí piense en los saharauis como independentistas violentos y radicales. El mismo aparato propagandístico que ahora, en manos del primer ministro de Rabat, cargue contra los medios españoles acusándolos de manipulación mediática. La independencia no casa con los principios inquisidores de la monarquía de Mohamed VI (por cierto, íntimo amigo de Juan Carlos I) y todo intento de informar es llamado “injerencia” por su parte. No ha ocurrido lo mismo con los medios franceses, mucho más serviles con las políticas marroquíes.

¿Qué intereses tiene España con Marruecos? Los suficientes para que Zapatero los superponga a los derechos humanos cuya bandera tanto ha enarbolado a lo largo de sus dos legislaturas. La hipocresía manda entre la gobernanza mundial cuando lo económico se interpone. Las garantías de una política anti-terrorista y la posición estratégica de Marruecos para contener la inmigración subsahariana (muy efectiva en los últimos años con su política de mano dura en las fronteras) son claves en el conflicto. Por otra parte, España es la segunda inversora en el país africano, sólo por detrás de Francia. Con inversiones por valor de más de 238 millones de euros y 800 empresas afincadas en el país, España ejerce un importante control sobre los bancos y las entidades financieras, que controlan el grueso del sector industrial. Entre las multinacionales españolas, destacan Telefónica, el Corte Inglés, Roca o Indo. El miedo a un deterioro de las inversiones tras otro posible conflicto diplomático sume al gobierno español en la neutralidad.

Las horas pasan. La condena no llega.

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