miércoles, 11 de marzo de 2009

Chaqueterismo político

El pasado 1 de marzo, un nuevo paso hacia la unidad de España aconteció con la supuesta derrota del PNV en las elecciones del País Vasco. Habiendo el partido nacionalista conseguido más cantidad de votos en las urnas que sus rivales, Ibarretxe no volverá a colocarse la corona de emperador de Euskal Herria, porque, sorprendentemente, parece ser que PP y PSOE pactarán para que Patxi López consiga el trono.

Al parecer, cuando se trata de desalojar a los nacionalistas del poder, todo vale. Pactando los dos partidos mayoritarios españoles, obtendrían un escaño más que el PNV, con lo que podemos adivinar cómo se avecinará la próxima legislatura: áspera, intratable, finalizada antes de tiempo, con conflictos tanto en el interior como en el exterior del Parlamento vasco. Si hemos podido padecer y comprobar como se las gastan entre sí los dos partidos hegemónicos del Estado Español durante la pasada legislatura, que fue terriblemente conflictiva en cuanto a disputas y rigidez de progresos, ¿cómo será un período político en el cual PSOE y PP convivan en la cúpula alta del poder? ¿Hacia donde avanzará Euskal Herria?

Pero la cuestión verdaderamente importante es otra. El retroceso del PP en el País Vasco es el reflejo de un odio cada vez más generalizado dentro de dicho territorio hacia un partido débil, que no representa a la mayor parte de los vascos, los cuales lo consideran alejado de las demandas sociales. Ante dicha hostilidad del pueblo hacia unos gobernantes extraños, su descontento será patente muy de vez en cuando.

Una vez más, y ante la pasividad de todos, los partidos de masas españoles imponen su visión del mundo. Identifican el nacionalismo como el culpable de todos los males, como si la sombra del franquismo todavía flotara sobre el ambiente, y no dudan en fijarse como principal objetivo desalojarlos del poder, ignorando a los cientos de personas que simpatizan con sus ideas, porque “su interés no es el de España”. Estos métodos fascistas que perviven aún hoy en esta supuesta democracia son una de las causas del terrorismo, aunque no quieran verlo, aunque prefieran considerar a éste como un germen espontáneo cuyos objetivos son macabros, oscuros, y que nada tienen que ver con las reivindicaciones populares.

Por otro lado, el resultado obtenido en Euskal Herria no sólo es fragmentario, deshilachado, fruto del oportunismo político del PSOE en cuestión a las víctimas de ETA, sino que responde a un no reconocimiento de todas las formas políticas presentes en el País Vasco. Dos partidos abertzales fueron prohibidos justo antes de las elecciones, dejando fuera de la representación ciudadana a nada más y nada menos que nueve escaños de los totales.

No ha de extrañarnos, con todo, el sentimiento de revancha, de separación, de odio al Estado Español que subyace en las entrañas de Euskal Herria, porque desde la Constitución, donde los partidos vascos fueron discriminados a la hora de su votación, hasta hoy en día, cuando se ilegalizan partidos y se recurre a mecanismos políticos deshonestos y alejados del bien del pueblo, han estado subyugados, condenados a un ostracismo descompensado con la historia y la cultura de un pueblo de raíces ancestrales, que muy poco tienen que ver con las de la Iberia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gràcies a vosaltres! Esperem tornar-vos a vore prompte! Un abraç!